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NOTAS DEL SERMÓN

La exposición de la Palabra de Dios debe seguir el modelo que nos dejó Jesús, el Príncipe de los Pastores. Jesús nunca “suavizó” el evangelio, ni dejó de señalar lo que estaba mal, dándonos al mismo tiempo la explicación de lo que para Su Padre Celestial es lo correcto. Amonestó a los oyentes acerca de sus pecados, de su infidelidad, de su egoísmo, de aferrarse a sus deseos carnales, de rechazar y de cambiar la verdad en mentira y de su falta de fe en Él como el Mesías esperado. Les advirtió acerca del infierno, de satanás, de los falsos profetas, de la interpretación equivocada de Su Palabra, etcétera. Y Jesús también incluyó, invariablemente, la exhortación a buscar a Dios Padre a través de conocerle a Él.

En todo ello, nos dejó el ejemplo de lo que Jesús esperaba que hiciera Su iglesia, cimentada sobre La Roca, teniéndole a Él como el fundamento, limpiándose de toda impureza (falsas doctrinas), edificándose día a día, y creciendo al compartir Sus enseñanzas a toda criatura. Así enseñó Jesús, amonestando y exhortando para edificar Su iglesia.

Probablemente usted haya escuchado algún sermón que la ha parecido difícil de aceptar por la “dureza” de las palabras. Incluso tal vez decide no asistir al templo cuando va a predicar un pastor en particular o decidió buscar otra congregación al sentirse “ofendido, lastimado, señalado” por la forma de predicar de cierto pastor.

Pero la decisión de asistir al templo o de pertenecer a una congregación, debe estar basada sobre una sola razón: Se está predicando como predicaría Jesús? O se está “suavizando” el evangelio para solo oír palabras dulces y amables que me hagan sentir bien?

Cuando me refiero a “predicar como lo haría Jesús” no estoy hablando de Su estilo, de Su forma de hablar, Jesús ES incomparable e inimitable. Me refiero a predicar sobre los temas que Él nunca evadió, y predicar única y exclusivamente usando Su Palabra, Su doctrina, Su Verdad. Me refiero a que el mensaje que se predica incluya amonestación, exhortación y tenga como fin principal, la edificación de la iglesia.

16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”   (2ª a Timoteo 3:16-17)

Entendemos por estos versículos que la Palabra de Dios debe usarse y no dejarse a un lado entre semana, porque es útil, nos sirve para:

  • “para redargüir, para corregir” es decir, para amonestar;
  • “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto” es decir para exhortar;
  • “para enseñar, … para instruir en justicia … enteramente preparado para toda buena obra” es decir para edificar.

Con esto en mente, cada vez que escuchemos una enseñanza o una predicación, debemos preguntarnos si hemos sido amonestados, exhortados y edificados o, si salimos tal como entramos, sin ningún provecho, sin un nuevo entendimiento o conocimiento de la biblia, sin ninguna invitación a cambiar algo de nuestra forma de vida, sin ningún crecimiento espiritual, sin algo nuevo que enseñar a otros.

De ser así, entonces el maestro o el predicador ha fallado en su misión de imitar la forma de enseñar y predicar de Jesús.

17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; … ”   (Hebreos 13:17)

Para amonestar, exhortar y edificar obviamente debe haber dos partes y, cada parte tiene que comportarse conforme a las enseñanzas e la Palabra de Dios.

Con sincera humildad:

Que el justo me castigue, será un favor, Y que me reprenda será un excelente bálsamo Que no me herirá la cabeza;”   (Salmos 141:5)

Sin intención de herir, ofender ni desprestigiar:

 9 Trata tu causa con tu compañero, Y no descubras el secreto a otro, 10 No sea que te deshonre el que lo oyere, Y tu infamia no pueda repararse. 11 Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene. 12 Como zarcillo de oro y joyel de oro fino Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.”   (Proverbios 25:9-12)

Evitando contiendas, y respaldado por tu propio testimonio:

“profanas” = blasfemias. “impiedad” = apostasía, herejías, incredulidad, desamor.

14 Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. 15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. 16 Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. 17 Y su palabra carcomerá como gangrena;”   (2ª a Timoteo 2:14-17a)

Con un solo objetivo en mente: La salvación o reconciliación del oyente:

19 Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”   (Santiago 5:19-20)

CONCLUSIÓN

Probablemente usted piense que no tiene el don de exhortación o que le falta conocimiento de las Escrituras para saber qué pasajes usar, o que la persona a la que se va a dirigir tiene más años de ser cristiano o sabe más de la biblia, o que debe ser el pastor quien haga esta función. PERO, el llamado de Dios es a TODA Su iglesia, y cada miembro del cuerpo de Cristo está equipado y capacitado por el Espíritu Santo para cumplir con este ministerio. Debemos entender que, cuando Dios nos llame a amonestar y exhortar para edificar, NO lo estaremos haciendo nosotros, no será con nuestras palabras ni con nuestro conocimiento de las Escrituras, será el Espíritu Santo el que hablará a través de nosotros. ÉL es Quien amonestará, exhortará y edificará. Nosotros NO podemos hacer nada de esto sin Él.

El llamado a los pastores es claro: “instes” = apremies, apures, invites, insistas.

1 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.”   (2ª a Timoteo 4:1-2)

El llamado a cada miembro de la iglesia también es claro:

14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, …”   (Colosenses 3:14-16b)

Del pasaje anterior podemos deducir que dejar de amonestar y exhortar para edificar, es una clara muestra de desamor.

 Jesús NUNCA dejó de amonestar, exhortar y edificar. NUNCA desperdició una sola oportunidad para hacerlo.

Así que cada uno de nosotros, sus seguidores, sus discípulos, no tenemos excusa para dejar que un hermano o hermana se aleje del Camino de Dios, que deje de congregarse, que no sea discipulado, o que no esté creciendo en el conocimiento de Dios y de Su voluntad.

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