Back to series
Desde que somos muy pequeños, nuestros padres nos “acostumbran” o nosotros mismos hemos “acostumbrado” a nuestros hijos y nietos a recibir algún tipo de recompensa o reconocimiento por lo que hacen bien aunque parezca algo simple. Es por ello que crecemos pensando que “merecemos” recibir “algo” cada vez que creemos haber logrado un objetivo. Y llevamos esta creencia de la familia, a la escuela y de ahí al trabajo, aun cuando solamente cumplimos con nuestra responsabilidad, sentimos que debemos recibir algún tipo de reconocimiento.
De la misma manera, nos “acostumbraron” a que si hacemos algo malo, en vez de una recompensa, nos hacemos “merecedores” a algún tipo de disciplina.
Así pues, pareciera que, como resultado de cada una de nuestras acciones nos haremos “merecedores” de recibir o disciplina o recompensa, siempre…
En el caso del creyente, sabemos que cada vez que desobedecemos a nuestro Padre Celestial nos exponemos a Su amorosa disciplina:
“5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” (Hebreos 12:5-7)
Por otra parte, “creer merecer o esperar un reconocimiento o recompensa” por algo que hacemos para nuestro Señor (Colosenses 3:23), NO es la actitud propia del creyente, puesto que TODO lo bueno que pudiéramos lograr, NO es hechura nuestra. Es decir, no lo hacemos por nuestros medios, o por nuestra inteligencia, conocimientos o capacidades, sino al contrario, esos logros solo se obtienen cuando abandonamos todo lo anterior y dejamos a Dios actuar a través de nosotros.
“13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13)
“20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21 os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Hebreos 13:20-21)
Por lo tanto, no “merecemos” ningún tipo de reconocimiento o recompensa, pero ciertamente “merecemos” ser disciplinados con mucha frecuencia.
En este mismo sentido, podríamos argumentar que en la biblia encontramos muchas promesas de Dios de que Él bendecirá a Sus hijos si estos le obedecen pero, debemos ser conscientes de que Sus bendiciones no necesariamente las disfrutaremos durante nuestra vida terrenal, las mejores recompensas nos serán dadas cuando estemos en Su Bendita Presencia.
“4 Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.” (Proverbios 22:4)
Comprender esta verdad bíblica nos ayudará a entender la forma en que Dios nos usa, pero, también nos ayudará a erradicar de nuestra mente la idea de que “merecemos” recibir algún reconocimiento por servir a nuestro Señor.
De hecho, el hacer algo con el objetivo de recibir una recompensa a cambio, nunca producirá ningún fruto agradable que honre a nuestro Creador.
Veamos los siguientes consejos que encontramos al estudiar este tema a la luz de las Sagradas Escrituras:
- Nunca disfrutarás las bendiciones de Dios si actúas conforme a lo que tienes o crees tener. {tus propios medios, bienes, poder, amistades}
“24 Si puse en el oro mi esperanza, Y dije al oro: Mi confianza eres tú; 25 Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, Y de que mi mano hallase mucho; 26 Si he mirado al sol cuando resplandecía, O a la luna cuando iba hermosa, 27 Y mi corazón se engañó en secreto, Y mi boca besó mi mano; 28 Esto también sería maldad juzgada; Porque habría negado al Dios soberano.”
(Job 31:24-28)
Pero sí las disfrutarás si actúas conforme a lo que Dios te ha dado. (Dones)
“10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
(1ª de Pedro 4:10-11)
- Nunca disfrutarás las bendiciones de Dios si actúas conforme a lo que sabes o crees saber. {estudios, preparación, experiencia}
“10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. 11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1ª a Corintios 3:18-20; 8:2)
Pero sí las disfrutarás si actúas conforme a lo que Dios te ha enseñado en Su Palabra.
“9 Da al sabio, y será más sabio; Enseña al justo, y aumentará su saber. 10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.”
(Proverbios 9:10-11)
- Nunca disfrutarás las bendiciones de Dios si actúas conforme a lo que crees de ti mismo. {Las capacidades (inteligencia, habilidades) con las que fuiste creado} “3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12:3)
Pero sí las disfrutarás si actúas humillándote ante Aquel que te creó.
“10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” (Santiago 4:10)
“6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;” (1ª de Pedro 5:6)
- Nunca disfrutarás las bendiciones de Dios si actúas conforme a lo que crees merecer.
“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. 2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; 4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. 5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. 6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? 7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. 8 Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. 9 Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. 10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. 11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, 12 diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.” (Mateo 20:1-12)
Pero sí las disfrutarás si te dejas usar por Su Santo Espíritu.
“10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10)
CONCLUSIÓN
Del pasaje de Mateo deducimos que una de las enseñanzas de Jesús es el error de pensar que “merecemos” algo por lo que hacemos y, que nuestra peor reacción es compararnos con lo que tienen o reciben o logran los demás, puesto que al hacer esto, nos convertimos en “jueces” de la forma en que Dios ejerce Su propia Justicia.
En resumen podemos discernir de lo que hemos estudiado, que si actuamos conforme a lo que tenemos, sabemos o lo que pensamos de nosotros mismos, o buscando recibir algún bien a cambio de lo que hacemos, seremos “merecedores” de la disciplina de Dios.
Mientras que, si ponemos en práctica nuestros dones, si vivimos en obediencia a la Palabra de Dios, si nos humillamos haciendo a un lado nuestro yo, y si permitimos que Su Santo Espíritu nos use, le daremos a nuestro Padre Celestial, un motivo, una razón, una oportunidad para bendecirnos.
“8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. 10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” (Cf. Malaquías 3:8-10)
Reflexión: ¿Qué esperarías recibir de Dios, si Él te bendijera con la misma medida con la que tú le obedeces?
“22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” (Lamentaciones 3:22-23)
“10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” (Lucas 17:10)
“12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis 22:12)
Sirve a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, sin pensar que mereces recibir algo mientras estás en este mundo.