Back to series
Uno de los objetivos principales de este mensaje es asegurarnos de entender estos conceptos de forma tal que los podamos explicar usando la Palabra de Dios.
Otro objetivo es confrontarnos a nosotros mismos preguntándonos: Vivo de acuerdo con ellos? Es decir, las personas que me conocen pueden certificar que por mi forma de vida demuestro que he sido Lavado, Santificado y Justificado?
Veamos el pasaje central: “9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1ª a Corintios 6:9-11)
Lo primero que resalta es que todo esto es efectuado en nosotros por el Poder de la Trinidad. Dios, Jesús, y Su Espíritu Santo. Nunca por nuestros propios medios.
Y es también importante que cada cristiano entienda el correcto significado de estas virtudes para que viva conforme a ellos. Pongamos atención a los tiempos verbales. Jesús habló todo esto en tiempo pretérito perfecto compuesto, el cuál indica una acción definitiva, es decir, algo que ya ha sido realizado y que no se puede ya evitar, cambiar o modificar.
1. “ya habéis sido lavados (regenerados)”. “4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, …” (Tito 3:4-5)
Jesús no está hablando de un lavamiento físico sino espiritual. Ser “lavados” implica que toda nuestra “suciedad” provocada por el pecado ha sido limpiada y que no hay ninguna huella de nuestro pasado que “ensucie” nuestro espíritu. Porque la carne se seguirá “ensuciando”, “manchando de pecado”, pero nuestro espíritu ya ha sido lavado de una vez para siempre en la Sangre Preciosa de nuestro Salvador Jesucristo.
De acuerdo con la biblia, cómo o cuál es el método para ser “lavados”? “3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.” (Juan 15:3)
2. “ya habéis sido santificados”. El término “santificado” significa haber sido “apartado para servir a Dios” y es un mandato de nuestro Padre Celestial.
Hay tres etapas de la santificación:
a) Santificación Posicional: Es la que todo creyente posee desde el momento de su conversión: “2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:” (1ª a Corintios 1:2)
b) Santificación Progresiva: Se refiere al diario crecimiento espiritual llegando en la práctica a ser cada vez más y más apartados del mundo para que Dios nos pueda usar. “15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” (1ª de Pedro 1:15-16)
c) Santificación Completa: La que alcanzaremos cuando estemos apartados plena y completamente para adorar a Dios en el cielo. “23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” (1ª a Tesalonicenses 5:23-24)
3. “ya habéis sido justificados”. (i.e. “declarado justo”) Este término legal se aplicaba a quienes durante un juicio en su contra habían recibido un veredicto favorable de absolución total y eran declarados libres de toda culpa.
“21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, …” (Romanos 3:21-24)
CONCLUSIÓN
La biblia dice claramente que Quien nos justifica es Dios mismo. “33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.” (Romanos 8:33)
Y, siendo así, no hay nadie quien pueda condenarnos una vez que estamos en Cristo y hemos sido declarados justos por Dios Padre.
La Palabra de Dios es clara y contundente. Dice que “YA” hemos sido lavados, santificados y justificados al poner nuestra fe en Cristo Jesús como nuestro Dios, Rey, Señor y Salvador. No por nuestras obras, sino por nuestra fe en Cristo y por Su Gracia. Y estas virtudes son espirituales. Nuestro cuerpo jamás podrá estar completamente limpio, ni santo, y nunca seremos totalmente justos.
Así que, como Dios ya ha hecho todo por nosotros y en nosotros, cabe la pregunta: Cuál o cuáles de estas tres virtudes son visibles en su vida al grado que las personas que le conocen pueden testificar que, sin lugar a dudas, usted ya ha sido lavado, santificado y justificado?
“2 Alábete el extraño, y no tu propia boca; El ajeno, y no los labios tuyos.” (Proverbios 27:2)
Hay alguna área de su vida que aún le tiene “atado” al mundo y no le permite vivir una vida santa?
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:1)
Qué cambios tiene que hacer en su vida para que sea un reflejo y un ejemplo de pureza, santidad y justicia?
Si usted no ha sido lavado, eleve esta oración, desde el fondo de su corazón:
“1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. … 7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. 8 Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. 9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. 10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmos 51:1-4; 7-10)