EL COSTO DEL DISCIPULADO

La salvación es un regalo de Dios: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”   (Efesios 2:8-9)

Lo recibimos gratuitamente al poner nuestra fe en Su Hijo Jesucristo y confesarlo como nuestro Dios, Rey, Señor y Salvador, porque Jesús fue Quien hizo todo lo que era necesario para pagar todos nuestros pecados y así reconciliarnos con el Padre celestial. No hay nada más que podamos agregar a esta “transacción”: Su muerte por nuestra vida. A nosotros solamente nos resta: creer.  16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”   (Juan 3:16)

Pero, a partir del momento de su salvación, cada uno de los creyentes debe tomar una decisión: Seguir a Jesús donde quiera que nos lleve, o “navegar” como cristiano, haciendo lo que quiera hacer con su vida? Si nos limitamos a vivir el cristianismo tomando un asiento en el templo cada domingo, estamos perdiéndonos la más grande aventura de nuestra vida. Ser un discípulo de Cristo requiere que estemos activamente involucrados en nuestra relación con Jesús y sirviendo a los demás.

Jesús nunca presentó un panorama agradable cuando llamó a Sus discípulos a que le siguieran, al contrario, siempre les advirtió que sería un camino difícil y peligroso. Jesús dejó en claro que ser Su seguidor requeriría: “negarse a sí mismo, sacrificar su propia voluntad, y soportar el sufrimiento.” (Lucas 9:23)

Con esta clase de “descripción de responsabilidades” no es extraño que muchos creyentes han limitado su cristianismo a ser “meros espectadores” desde su lugar en el templo. Seguir a Jesús significa dejar que Él dirija nuestra vida, eso es lo que significa: “negarse a sí mismo.” Renunciar a nuestro derecho de hacer lo que queramos y en lugar de ello someternos a la voluntad de Dios, aun si lo que nos pide parece ser muy difícil o riesgoso, o si no está alineado con lo que preferiríamos hacer. Si usted no entiende cuán Bueno, Amoroso, y Sabio es nuestro Dios, caminar con Él pudiera asustarle o hasta parecerle algo insensato.

Pero aquellos que se niegan así mismos para seguir a Jesús descubren que no han perdido nada y que lo han ganado todo. Aun y cuando los discípulos de Jesús estén pasando por penas o sufrimiento, el Señor llena su ser de tanta paz y gozo, que trasciende cualquier circunstancia.

Debe preguntarse hoy y cada día de su vida: Estoy siguiendo a Jesús, o a mí mismo?

Recuerde: Su estilo de vida, su forma de hablar, sus actitudes, sus reacciones y sus metas revelan realmente quién está dirigiendo su vida.

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