“Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; Endereza delante de mí tu camino.” (Salmo 5:8)
Muy amarga es la enemistad del mundo contra el pueblo de Cristo. Los hombres perdonarán mil fallas en otros, pero magnificarán el delito más insignificante en los seguidores de Jesús. En lugar de lamentarnos, vamos a estar conscientes de ello.
Puesto que sabemos que muchos están atentos a nuestra forma de actuar, debemos convertir eso en un mayor motivo para caminar más cerca de Dios.
Si vivimos sin cuidado, el mundo pronto lo verá, y difundirá la historia, exagerada y adornada por el celo de la calumnia. Gritarán triunfalmente. ¡Ya lo sabíamos! ¡Mira cómo actúan estos cristianos! ¡Son hipócritas!
Si eso sucede se hará más daño a la causa de Cristo, y muchos difamarán Su nombre.
La Cruz de Cristo es en sí misma una ofensa al mundo; procuremos no añadir ofensas propias viviendo descuidadamente.
“18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.” (1ª a Corintios 1:23)
- La Cruz de Cristo es “para los judíos ciertamente tropezadero“: Concentrémonos en no poner ninguna piedra de tropiezo donde hay bastantes ya.
- La Cruz de Cristo es “para los gentiles locura”: No añadamos razones para provocar el desprecio con el que los mundanos ridiculizan el Evangelio.
¡Cuán celosos debemos ser de nosotros mismos! ¡Qué rígidos con nuestras conciencias! En presencia de adversarios que tergiversarán nuestras mejores obras, e impugnarán nuestros motivos porque no pueden censurar nuestras acciones, ¡Cuán prudentes debemos ser!
No sólo estamos bajo vigilancia, sino que hay más espías de los que sabemos, en todas partes, en casa y fuera de ella. Si caemos en manos de los enemigos, podemos esperar más pronto la misericordia de un demonio, que la paciencia y la conmiseración de los hombres que condimentan su infidelidad hacia Dios con escándalos contra su pueblo.
¡Oh Señor, guíanos siempre, no sea que nuestros enemigos nos hagan tropezar!