ENSEÑANDO A NUESTROS HIJOS A ORAR

“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.”   (Lucas 11:1-4)

 Por causa de múltiples ocupaciones o por “falta de tiempo” los padres algunas veces no se preocupan por enseñar lecciones espirituales importantes a sus hijos o nietos. Es muy común asumir que los niños aprenderán a orar y a leer la biblia en la escuela dominical. Pero la verdad es que, Dios asignó a los padres la responsabilidad de capacitar a sus hijos en todo lo concerniente a su crecimiento espiritual: 

19 Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.”   (Génesis 18:19)

Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos;   (Deuteronomio 4:9-10)

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”   ( Deuteronomio 6:5-9)

No las encubriremos a sus hijos, Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su potencia, y las maravillas que hizo. Él estableció testimonio en Jacob, Y puso ley en Israel, La cual mandó a nuestros padres Que la notificasen a sus hijos;Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,”   (Salmos 78:4-6)

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”   (Efesios 6:4)

Después de que los discípulos escucharon a Jesús orar, reconocieron que ellos tenían aún mucho que aprender y le pidieron que les enseñara a orar. En la misma manera, nosotros podemos motivar a nuestros hijos y ayudarlos a desarrollar una vida de oración que sea perdurable. No es suficiente decirles que oren; ellos necesitan ver nuestro ejemplo. Debemos permitirles escucharnos mientras hablamos con nuestro Padre celestial.

En este mismo sentido, cuando traemos nuestras necesidades a Dios en familia y nuestro Padre Celestial las responde, nuestros hijos podrán comprobar por sí mismos que Dios sí escucha y está atento nuestras oraciones. Él es nuestro proveedor, nuestro protector y nuestro guía. Que nuestros hijos vean como Dios responde a nuestras peticiones los motivará a llevar sus propias preocupaciones también a Él.

Los niños también necesitan entender que la oración no es únicamente una lista de peticiones sino una conversación que nos permite construir una relación íntima con Dios. Si ellos nos escuchan orar y exaltar a nuestro Señor, comprenderán que nuestras oraciones deben estar centradas en Dios y no en nosotros mismos.

Y si también observan no solo que leamos la biblia sino que también la usamos como nuestra guía para tomar decisiones y para saber pedir conforme a Su voluntad, ellos aprenderán a orar precisamente buscando que sus peticiones estén en armonía con los planes y propósitos de Dios para sus vidas.

Ya sea que usted tenga o no hijos, dese cuenta de que hay otras personas que pueden aprender acerca del Señor a través de cómo usted ora. En esas oportunidades que Dios le dé para orar frente a otros, no se concentre en “hablar bonito” o en que se den cuenta de “cuánto sabe usted de la biblia”. No se trata de orar para agradar el oído de los que lo escuchan, ni para “sobresalir” por su “nivel espiritual”. La meta es que las personas vean en usted, reverencia, sumisión, humildad, reconocimiento de la Santidad de Dios y dependencia absoluta de Su Poder y Su Soberanía sobre toda Su creación. Y, todo ello, solamente se puede lograr si permitimos que sea Su Santo Espíritu el que controle nuestros pensamientos para que “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.”   (Salmos 19:14)

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