JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA

En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.”   (Jeremías 23:6)

Jehová siempre le dará a un cristiano la mayor calma, tranquilidad, certeza y paz, para que pueda pensar en la justicia perfecta de Cristo. ¡Cuántas veces los santos de Dios están abatidos y tristes! No creo que deban serlo. No creo que lo harían si siempre pudieran ver que son perfectos en Cristo.

Hay algunos que siempre están hablando de corrupción, y de la depravación del corazón, y el mal innato del alma. Esto es bastante cierto, pero ¿por qué no ir un poco más allá, y recordar que somos “perfectos en Cristo Jesús”?    (Colosenses 1:28)

No es de extrañar que aquellos que están viviendo en su mundo sin Cristo tengan una vida llena de inquietudes, temor, intranquilidad y con un gran vacío en su corazón. Pero en contraste, los verdaderos creyentes, si recordamos que ya hemos sido lavados, … santificados, … justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios, entonces tendremos paz y contentamiento.

Así que, estoy seguro y espero que tú también lo estés, que aunque Dios me permita experimentar aflicciones, aunque Satanás me ataque, aunque haya muchas cosas difíciles o dolorosas que experimentar antes de llegar al cielo, todas ellas me recordarán que es por Su Gracia divina, para el fortalecimiento de mi fe, y para alcanzar una mayor bendición.

No hay nada más que le falte hacer a mi Señor, Cristo ya lo ha hecho todo. En la cruz dijo: “¡Consumado es!” (Juan 19:30) Por lo tanto, yo estoy completo en él y puedo regocijarme con gozo indescriptible y lleno de gloria: “No teniendo mi propia justicia, que es de la ley, sino la que es a través de la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por fe”.   (Filipenses 3:9)

Nadie puede encontrar debajo del cielo a un pueblo más santo que aquellos que reciben en sus corazones la doctrina de la justicia de Cristo. Cuando el creyente dice: “Vivo sólo de Cristo; Descanso en él únicamente para la salvación; y estoy seguro de que, por indigno que sea, sigo siendo salvo en Jesús”; entonces surge como motivo de gratitud este pensamiento: “¿No viviré para Cristo? ¿No lo amaré y le serviré, viendo que soy salvo solamente por Su Gracia?

El amor de Cristo nos restringe … para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.   (2ª a Corintios 5:14a-15)

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