“5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:5-8)
Los discípulos se sentaron alrededor de la mesa para celebrar la pascua con Jesús. Si alguno de ellos hubiera sido más consciente y considerado hacia los demás, o si al menos uno de ellos hubiera tenido espíritu de servidumbre, podría haber hecho lo que Jesús hizo: poner agua en un lebrillo con agua, tomar una toalla, arrodillarse frente a esos doce hombres, y uno por uno, lavarle sus pies. (Juan 13:1-5)
Jesús nos enseñó que Él vino a este mundo como un siervo. “26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:28)
Él estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera necesario para mover los corazones de todo aquel que se cruzara en Su camino para traerlos al conocimiento de Dios y de Su Poder para darles vida eterna.
En la época en que vivió Jesús, la persona que tenía la tarea de lavar los pies de sus amos y de los visitantes, era el siervo de menor rango. Esta es la clase de ejemplo que Jesús dio a sus discípulos, lavarles voluntariamente sus pies esa tarde, justo la noche previa a que sus sufrimientos y su calvario empezara. Su acto fue un presagio del servicio que estaba a punto de dar por Su amor a todo el mundo, muriendo en una cruz por los pecados de toda la humanidad, incluyendo aquellos que lo rechazaron y lo siguen rechazando.
Nosotros que creemos en Cristo como Dios, Señor y Salvador, lo identificamos también como nuestro Maestro. Así que, cuando Jesús dice: “16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor,” (Juan 13:16) Él está precisamente hablando de lo que debe ser nuestra verdadera y correcta relación con Él. Los creyentes doblamos nuestras rodillas ante el que ha sido el más humilde Siervo de Dios, Su Hijo Jesús. Podría entonces preguntarle lo siguiente: Su forma de servir a Dios y a los demás, se asemeja en algo al ejemplo que le ha dado Aquel a Quien usted llama su Señor y Maestro?
Recuerde el llamado del apóstol Pablo a servir a Dios: “10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10)
En otras palabras, hemos sido salvados para servir. Así que, no hay una sola razón ni excusa para rehusarnos a ello. Cuando usted rinde su vida al Señor, debe seguir Su ejemplo en cada aspecto de su vida. Porque “El que dice que permanece en Él (Jesús) debe andar como Él anduvo.” (1ª de Juan 2:6)
“EL QUE NO VIVE PARA SERVIR… NO SIRVE PARA VIVIR”