“3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;” (1ª a Corintios 15:3-4)
La salvación llena al creyente con gozo, pero el diablo trata de minimizar su efecto confundiéndole y haciéndole dudar. Uno de los propósitos de satanás al hacer esto es que la gente no te vea ya más como alguien con quien quieren estar. Tu fe te separará de las demás personas. Es por esto por lo que tener la certeza y la seguridad de la salvación es esencial para contrarrestar las tácticas del enemigo:
Primero, debes entender lo que significa la salvación: Aunque estemos vivos físicamente, todos nacemos espiritualmente muertos, separados del Padre, Quien los creó, y perdidos en nuestros pecados: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, … 12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, … sin esperanza y sin Dios en el mundo.” (Efesios 2:1-2, 12) Jesús dijo que la única forma de volver a tener comunión con el Padre y entrar en Su Reino, es naciendo de nuevo: “3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3)
Segundo, debes entender a través de Quién obtienes esta nueva vida: Jesús derramó Su sangre en la cruz para pagar todos los pecados que la humanidad ha cometido: “23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23) Su muerte proveyó el perdón de pecados para todo aquel que ponga su fe en Él. “43 De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” (Hechos 10:43), y Su resurrección es la prueba de que Jesús conquistó la muerte. Cuando tú confíes y confieses a Cristo como Dios, Señor y Salvador de tu vida, todos tus pecados serán perdonados y pasarás, espiritualmente, de la muerte eterna, a la vida eterna: “24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5:24)
Tercero, debes saber cómo vivir una vida que agrade a Dios: Esto es imposible de lograr por medios humanos. Es por eso que Dios envía a Su Santo Espíritu a vivir en cada persona que pone toda su fe en Jesús: “11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” (Romanos 8:11) Si permitimos que el Espíritu Santo tenga el control de nuestra vida, Él nos guiará a la Verdad y nos dará el poder para lograr cualquier cosa que Dios nos pida hacer.
El pecado separó a la humanidad de Dios, y nacimos espiritualmente muertos. Jesús Es el Único que nos puede reconciliar con el Padre: “Jesús le dijo: YO SOY el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” (Juan 14:6) Y, una vez que le aceptemos y confesemos como nuestro Dios, Señor y Salvador, nadie nos podrá quitar la seguridad de la salvación! “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (Juan 10:29)