“13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:13)
Al aprender acerca de la naturaleza de los celos, tal vez usted se dé cuenta de que, de hecho, está luchando aunque sea un poco con este problema. Tal vez usted envidie a un amigo, vecino, compañero de trabajo en alguna forma que no ha considerado realmente como un signo de envidia. De ser así, es importante que reconozca que esto puede ser de gran peligro en su vida y que será mejor ocuparse de ello.
Al darnos cuenta de como la envidia corrompe varios aspectos de nuestra vida, podemos aprender a identificar si tenemos o no un problema. Lo invito a orar previamente al estudio y análisis de la siguiente lista que enumera algunas de las consecuencias de sentir celos:
TEMOR: Usted tiene miedo de no obtener lo que desea o de perder lo que tiene.
COMPETENCIA: Usted siente la necesidad de superar lo que hacen los demás.
ESPÍRITU DE CRÍTICA: Minimizar los logros de otros se convierte en una meta.
COMPARACIÓN: Mide su grado de éxito comparándose con los logros de otros.
MENTE DIVIDIDA: Pensar en los éxitos de otros se convierten en una distracción constante.
ENOJO: La hostilidad es un producto natural de los celos y la amargura.
INSEGURIDAD: Usted nunca siente que ha logrado lo suficiente, porque pone un valor mayor en lo que alguien más tiene o logra.
FALTA DE PAZ: Los celos y la paz siempre se opondrán uno contra el otro. Usted no puede tener ambos al mismo tiempo.
ENFERMEDAD: La confusión emocional puede costarle su salud mental y física.
Recuerde que los celos pueden mutilar o destruir parte o toda su vida. Son embargo, reconocer sus consecuencias destructivas puede darle el valor para remover este problema de su corazón y su mente. Después de aceptar y confesar este pecado, con la ayuda de Dios, usted podrá iniciar una nueva etapa de vida hacia la restauración y la comunión con Su Creador.