“3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.” (Salmos 37:3-5)
Los escritores de los evangelios hablaron acerca de los niños viniendo a Jesús, dando la impresión de que esos pequeños se sentían atraídos y confortables ante la Presencia de Jesús.
“2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:2-3)
“13 Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. 14 Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. 15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.” (Mateo 19:13-14).
Esto no debe sorprendernos ya que los niños pueden sentir, percibir, cuando un adulto en verdad les ama.
Pongamos en contraste esta imagen de la naturaleza amable de nuestro Salvador, lleno de amor y bondad, con la imagen que algunos cristianos tienen acerca de Dios como un Juez intimidante, presto para castigar cualquier pecado. Aunque es verdad que debemos obedecer los mandamientos del Señor, también es cierto que podemos deleitarnos en Él, tal como disfrutaríamos la compañía de un amigo cercano.
Piensa usted en Dios como un Señor muy severo Quien pesa cada buena acción contra cada mala acción? Si es así, entonces tendría usted muchos problemas para considerarlo como su amigo. Los cristianos que ven a un Dios inflexible gastan mucho de su tiempo y energía tratando de demostrar que “se merecen ser salvados”,
Cuánto mejor es tener una visión bíblica correcta, viendo a Dios como el Soberano del universo, Quien tiene un balance perfecto entre Su amor y Su justicia? Debemos entender que Dios desea que tengamos paz y que nos llenemos de gozo al pasar tiempo con Él.
Deleitarnos en el Señor requiere que entendamos Su actitud hacia nosotros: Nuestro Padre nos ama profunda y apasionadamente. Nos ve como Sus amados hijos que Él Mismo creó. De hecho, nos ama tanto que envió a Su Único Hijo Jesucristo a salvarnos precisamente con el deseo de poder estar en nosotros y con nosotros por la eternidad.
No encontraremos un amigo mejor!