Hace no muchos días celebramos a nuestro Salvador resucitado. Aunque para el creyente este acto de amor debería celebrarse cada día, agradeciendo la salvación y la vida eterna. Sin embargo, entre las actividades y dificultades que enfrentamos diariamente es demasiado fácil perder de vista estas verdades.
Al ver cómo cambia el mundo a nuestro alrededor, la preocupación y la incertidumbre suele aumentar. Sin embargo, incluso en estos tiempos, los creyentes pueden encontrar una fuerza y esperanza diaria en la naturaleza inmutable de Jesucristo.
“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13:8) Esta verdad nos ayuda a mantenernos en pie.
Debajo del sol, todo cambia, pero el Señor Jesús no cambiará y tampoco lo hará el evangelio. La necesidad de enseñar a la iglesia a proclamar la noticia más grande que el mundo jamás haya oído tampoco ha cambiado.
Las crisis de nuestros días deberían animarnos a avanzar con una mayor devoción al Señor y con urgencia de compartir Su Palabra.
Ese versículo de Hebreos se escribió a los creyentes que estaban bajo gran presión:
“sostuvisteis gran combate de padecimientos; 33 por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; … 34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo.“ (Hebreos 10:32-34) Sabemos que estos cristianos murieron por no negar su fe. Su ejemplo era Jesús, quien se sacrificó a Sí mismo en la cruz para la expiación de nuestros pecados. La promesa que permitió a la comunidad de los primeros cristianos perseverar fue el perdón y la seguridad de su salvación.
Estos creyentes que recibieron la vida eterna al poner su fe en Cristo pensaron en maneras de motivarse unos a otros “para estimularnos al amor y a las buenas obras.” (Hebreos 10:24)
Usted y yo debemos seguir el mismo camino. Igual que los que recibieron la carta a los Hebreos, nosotros debemos correr “con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.” (Hebreos 12:1-2). En estos tiempos en que no hay una respuesta positiva al evangelio, debemos avanzar con un mayor enfoque en Cristo.
Nuestro mundo está cambiando rápidamente. No podemos predecir lo que traerá el día de mañana, el próximo mes o el próximo año. Pero lo que sí sabemos es que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”
Y también sabemos que tenemos trabajo que hacer, un llamado que cumplir y oportunidades para compartir nuestra esperanza en Cristo como nunca antes.
Sirviendo al Rey hasta que regrese…