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Puede usted coincidir o no conmigo, pero quiero compartirle que después de agradecerle a Dios por haberme salvado, mi mayor gratitud en cada oración es por tener a quien amar y ser amado. Y trato de aprovechar cada día para decirle y demostrarle a mi esposa, a mis hijos (incluyendo mi nuera, mis yernos) y a mis nietos, a mis hermanos y hermanas en la fe, que los amo entrañablemente y que le doy gracias a Dios por seguir siendo parte de sus vidas y de sentir su amor por mí.
Tener a quien amar y ser amado, es una bendición invaluable que a veces nos olvidamos agradecer.
Pero algo que he experimentado a través de los años es que, somos tan egoístas que a veces abusamos de aquellos que sabemos que nos aman. Y en esto demostramos una incongruencia y a la vez una injusticia total. Me refiero a que conscientes del amor de alguien (padres, esposa/esposo, hijos, etcétera) nos atrevemos a ofenderlos o a lastimarlos porque tenemos la certeza de que como nos aman, nos perdonarán.
Los hijos desobedecen a los padres, los padres lastiman a los hijos, los esposos se ofenden mutuamente, y esto es todo lo contrario al significado del verdadero amor. Y debemos tener cuidado porque pudiera ser que nuestra esposa o esposo o nuestros hijos o nuestros padres tomen la decisión de perdonar nuestras ofensas porque nos aman, pero también poner distancia para evitar seguir siendo lastimados por aquellos que dicen amarnos pero sus hechos demuestran lo contrario.
“18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” (1ª de Juan 3:18)
Antes de estudiar este mandamiento, es muy importante señalar que en las Sagradas Escrituras solo se usan dos palabras griegas para referirse al amor: Ágape y Filadelfia. La primera se refiere al amor con el que Dios nos ama. La segunda al amor entre las personas. (NOTA: La palabra griega “eros” NO está en la biblia)
Veamos las siguientes exhortaciones que bien podríamos llamar “mandamientos”:
Padres e hijos:
“1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. 4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:1-4) (Cf. Hebreos 12:5-7)
Esposos:
“25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra …” (Efesios 5:25-26)
“7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1ª de Pedro 3:7)
“22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Efesios 5:22-24)
A todas las personas:
“30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.” (Marcos 12:30-31)
Hermanos en Cristo:
“34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13:34-35)
“10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.” (Romanos 12:10)
“22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;” (1ª de Pedro 1:22)
“19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” (1ª de Juan 4:19-21)
A Cristo:
“15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” (Juan 21:15-17)
CONCLUSIÓN
Qué tanto aprecia, valora y qué tan seguido agradece a Dios por ser amado y tener a quién amar?
Qué tan frecuentemente ofende o lastima a quien usted dice amar? Principalmente a Dios?
Qué cambios tiene que hacer en su carácter o forma de ser para demostrar el verdadero amor a Dios, a sus padres, hijos, esposa, esposo, familiares?
Recuerde, la primera virtud que se demuestra como fruto del Espíritu, es el amor. Cuando ofendemos, desobedecemos, lastimamos, herimos, abandonamos a quienes decimos amar, nuestros hechos hablarán más que nuestras palabras.
“5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2ª de Pedro 1:5-7)