PEDIR COMO CONVIENE

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.”   (Romanos 8:26-27)

¿Cuántas y cuan variadas peticiones has presentado ante Dios desde que aprendiste a orar?

18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;”  (Efesios 6:18)

Si recuerdas la primera oración que Dios te respondió, fue una oración de petición. Oramos por nosotros mismos pidiendo que Dios tuviera misericordia y perdonara y borrara todos nuestros pecados. Y Él nos escuchó y nos concedió esa petición. Pero desde que fuimos limpiados, entonces ideamos muchas otras peticiones para nosotros.

 La biblia menciona muchas peticiones que debiéramos incluir en nuestras oraciones:

  1. Por recibir Su gracia santificadora
  2. Por la renovación de nuestra fe
  3. Por la confianza en Sus promesas
  4. Para que seamos librados en la hora de la tentación
  5. Por Su ayuda en el cumplimiento de nuestro deber
  6. Por el socorro en el día de la prueba y la tribulación

Dicho de otra manera, hemos sentido la imperiosa necesidad de ir a Dios para rogar por nuestra alma, y por toda clase de necesidades. Pero somos testigos, como hijos de Dios, que nunca hemos logrado obtener nada para nuestras almas en algún otro lugar. Todo el alimento espiritual para nuestra alma ha venido del cielo, y toda nuestra sed ha sido saciada por el agua de la Roca que es Cristo Jesús, el Señor.

Nuestra alma nunca se ha alimentado a sí misma, siempre ha dependido de la amplia bondad de Dios; nuestras oraciones han ascendido al cielo en busca de las infinitas misericordias de Dios. Nuestros deseos fueron innumerables, y han sido suplidos por Su infinita gracia, y nuestras oraciones han sido tan variadas, así como Sus misericordias han sido incontables.

Entonces, no has sentido acaso alguna vez la necesidad de decir: “Amo a Jehová, pues ha oído Mi voz y mis súplicas; Porque ha inclinado a mí su oído; Por tanto, le invocaré en todos mis días.”? (Salmo 116-1-2)

Porque, así como tus oraciones han sido muchas, también lo han sido las respuestas de Dios. Él te ha escuchado en tus días de tribulación, te ha fortalecido, y te ha ayudado aún y cuando lo hayas deshonrado con tu pecado.

Recuerda esto, y permite que llene tu corazón con gratitud hacia Dios, quien por Su Gracia ha escuchado tus débiles peticiones llenas de dudas de Su Poder y Su Misericordia: “Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.”   (Salmo 103:2)

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