SUPERANDO EL OBSTÁCULO DE NUESTRA INSUFICIENCIA

14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. 15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? 17 Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.”  (2ª a Corintios 2:14-17)

A nadie le gusta sentirse insuficiente, pero esta es una realidad que debemos aprender a manejar ya que nadie puede evadirla permanentemente. Sin embargo, trágicamente, mucha gente vive como con una nube en su cabeza porque por su forma de pensar, nunca se valorarán a sí mismos.

Para algunos, esto puede ser causado por experiencias en su niñez o juventud que afectaron negativamente la imagen o percepción que tienen de ellos mismos. Para otros, el problema se pudo originar por la falta de éxito en la escuela, en el trabajo, en sus relaciones personales o en una combinación de esos factores. Piensan de sí mismos: “soy bueno en esta área, pero no en la que yo más deseo ser mejor.”

En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo hace la pregunta que nos centra en un pensamiento que es muy común para todos, en lo que respecta a la inseguridad: ¿quién es suficiente?

Alguna vez has evitado servir al Señor porque al hacerlo te sacaría de tu zona de comodidad? De ser así, muy seguramente te has perdido una gran oportunidad para superar tus sentimientos de insuficiencia. Dios nos ha prometido guiarnos “siempre en triunfo en Cristo Jesús.”, pero, a menos que le creamos a Él, y nos levantemos por fe, nunca experimentaremos la llenura del Espíritu Santo que se traduce en un gozo indescriptible al permitirnos ser instrumentos para nuestro Señor y Dios. Él tiene planeado y desea para nosotros una vida de victorias, no de fracasos.

Así mismo, sentirse inadecuado o insuficiente NO es pecado, pero utilizar eso como excusa para no servir a Dios, SÍ es pecado. Cuando el Señor te reta a hacer algo que sientes que está más allá de tus habilidades, tienes dos opciones:

  1. Puedes enfocarte en Cristo y lograr el triunfo, o
  2. Puedes enfocarte en ti mismo y acabar derrotado.

En realidad es asunto de fe. Dios nunca te pedirá que hagas algo sin darte Su poder y todo lo necesario para lograrlo. Esto no significa necesariamente que lo harás todo perfectamente, pero cada paso de obediencia es, en sí mismo, un triunfo.

La otra alternativa es no arriesgarse a “fallarle a Dios”, pero entonces te perderás lo mejor que Dios tiene preparado para ti. Recuerda la pregunta de Pablo, ningún ser humano es “suficiente” en sí mismo. Es el Poder de Dios Quien nos hace ser suficientes en Él, para vivir de triunfo en triunfo en Cristo!

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