BENIGNIDAD

Nuestra sociedad está obsesionada con la belleza exterior, sin embargo, por más que nos esforcemos y gastemos recursos para mejorar como nos vemos y como nos ven físicamente, al final todos manifestaremos los efectos de la edad.

Algo muchísimo más importante que la apariencia externa es el carácter interno, que sí tiene efectos duraderos. Una de las cualidades internas que más atraen y provocan conocer y querer estar cerca de una persona, es la benignidad.

Las personas que se caracterizan por ser benignos son amorosas, consideradas, gentiles, de corazón tierno y serviciales. En contraste, aquellas personas que se encuentran al otro extremo de la benignidad tienen mal genio, son amargadas, demandantes y rudas. Básicamente, la diferencia estriba en quién enfocamos nuestra atención, si en nosotros mismos, o en los demás.

Dios se caracteriza por Su Benignidad, aún hacia gente mala e ingrata. 35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.”   (Lucas 6:35)

Como cristianos, nosotros también estamos llamados a “vestirnos” con esta atractiva cualidad.

12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”   (Colosenses 3:12-14)

Además, tenemos al Espíritu Santo morando en nuestro interior y, la benignidad es parte de Su fruto por lo que debiera ser visible y demostrable a través de la forma en que hablamos y actuamos.  22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”   (Gálatas 5:22-23)

Con base en el versículo de Lucas 6:35, entendemos que la auténtica benignidad no depende de cómo nos tratan los demás, es decir, que no debemos ser benignos únicamente con aquellos que nos traten bien, ni tampoco es la benignidad un medio para manipular a las personas para obtener lo que queremos.

La benignidad es una cualidad desinteresada que siempre considera lo que es mejor para los demás, sin tomar en cuenta si se lo merecen o no.

Sin embargo, algunas personas piensan que si no defienden “sus derechos” o su punto de vista, darían muestras de tener un carácter débil. Pero, qué requiere más fortaleza de carácter: ¿Ser benigno aun cuando nos traten mal, o arremeter en contra de alguien que no está de acuerdo conmigo?

Uno de los propósitos de Dios para que Sus hijos seamos benignos, es el de guiar a las personas al arrepentimiento:¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”   (Romanos 2:4)

 Cuando somos sinceramente benignos con los demás Dios puede usarnos para llevarlos a Su Camino.

 

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