EL AMOR DE DIOS: LA RAZÓN DE NUESTRA ESPERANZA

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.”   (1ª de Juan 4:7-10)

Dios ha creado a cada ser humano por una sola razón: para que ame a Dios y ser amado por Él. Dios Padre nos busca y hace todo lo posible en Su Poder infinito para revelarse a nosotros. El Señor desea que cada persona entienda Quién es Él y, una vez que lo comprenda, responda con total adoración y devoción a Su Creador.

EL AMOR DE DIOS ES PERSONAL. La fe cristiana sobresale y se distingue sobre todas las religiones del mundo porque en esta fe aprendemos que Dios desea una relación personal con cada hombre, mujer y niño. Su cuidado no está limitado o condicionado a solamente un grupo de personas; Él ama a cada individuo y desea conversar de forma regular e íntima con cada ser humano que Él ha creado.

EL AMOR DE DIOS ES INCONDICIONAL. Dios ES amor. No es sólo que nos ama,  sino que simplemente es Su esencia. Ninguna de nuestras características, ni la forma en que somos o nos comportamos, puede hacer que Él nos ame más o menos de lo que ya nos ama. Tampoco Su Cuidado y Su preocupación por nosotros está limitado, porque Él es Infinito y Eterno.

EL AMOR DE DIOS ESTÁ DISPONIBLE PARA TODOS. Es inagotable y sobrepasa todo y cualquier límite o barrera que un ser humano quiera edificar como un intento para distanciarse de Él. El Señor tampoco tiene favoritos, pero sí tiene mayor intimidad y cuidado con aquellos que son seguidores de Su Hijo Jesús y que están determinados a dedicar tiempo para estar en Su Presencia, hablando con Él, escuchándolo, caminando en obediencia, y desando de todo corazón conocerlo e imitarlo en todo. Dios nos creó para que elijamos esta clase de relación con Él para corresponder a Su amor.

Finalmente, Dios Padre no se limitó a simplemente decir: “Te amo”. Él lo demostró al enviar a Su Único Hijo a morir por nuestros pecados. Aquellos que han confiado y confesado a Jesús como su Dios, Señor y Salvador, pueden ir por su vida disfrutando de Sus bendiciones y de Su cuidado incondicional.

Pero qué desperdicio sería vivir su vida, como si Dios no le amara, cuando Su infinito y eterno amor está al alcance de una plegaria!

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