Creyente, mira hacia atrás a través de toda tu experiencia, y piensa en la forma en que el Señor tu Dios te ha guiado en el desierto, y cómo te ha alimentado y vestido todos los días, cómo te ha soportado con tus malos modales, cómo ha soportado todas tus murmuraciones y todas tus quejas.
Piensa en cómo Su gracia ha sido suficiente para ti en todos tus problemas, cómo Su sangre ha sido un perdón para ti en todos tus pecados, cómo Su vara y Su cayado te han alentado.
Cuando hayas mirado hacia atrás y reflexionado en el amor del Señor, entonces deja que la fe examine su amor también en los días por venir, porque recuerda que el pacto y la sangre de Cristo tienen algo más en ellos que el pasado. El que te ha amado y te ha perdonado, nunca dejará de amarte y perdonarte.
Él es Alfa, y también es el Omega: Él es el primero, y el último. Por lo tanto, piensa en esto:
“4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;” (Salmos 23:4) Cuando desmaye tu fe, recuerda: “35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? … 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8:35, 37)
No hay absolutamente nada que temer, ni en este mundo, ni en la eternidad:
“38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39)
Examinando todas estas verdades te pregunto: ¿No se reafirma tu amor por Cristo? ¿No te hace esto amar más a Jesús? ¿No inflama tu corazón y te obliga a deleitarte en el Señor tu Dios?
Ciertamente, mientras meditamos en “el amor del Señor”, nuestros corazones arden dentro de nosotros, y anhelamos amarlo más.
Charles Spurgeon