“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Romanos 6:1-4)
Desde tiempos antiguos, muchos cristianos tienen serios problemas con la doctrina de la gracia porque creen que es una licencia para pecar. Parecen pensar que todo es tan simple como “creer en Jesús” y después has lo que quieras hacer con tu vida. Acaso no se requiere que los cristianos vivan de cierta manera a fin de agradar a su Señor? El problema con este tipo de razonamientos es que mezcla el legalismo con la gracia diciendo: “Seguro, somos salvos por la gracia, pero después de la salvación, más te vale seguir las leyes de Dios para recibir el favor de Dios.” Esta forma de pensar parte en dos el corazón, el centro de la gracia y envenena el mensaje de esperanza.
Lo que necesitamos entender es que la gracia es una mucha mayor motivación que la ley. Cuando tienes que comportarte de cierta forma para agradar al Señor, la culpa será un compañero constante porque nunca podrás ser suficientemente bueno. Cada vez que falles o no alcances a vivir conforme a tus propias expectativas, tal vez te preguntarás si Él te sigue amando, o si en verdad eres salvo. Dios no quiere que vivamos esclavizados en nuestro sentido de lo que debe ser nuestra forma de vivir. Nosotros ya hemos sido declarados aceptos ante Él, y no hay absolutamente nada que podamos agregar a ello.
“3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,” (Efesios 1:3-7)
La gracia no solamente nos hace libres de la culpa, sino que también nos motiva a obedecer y servir al Señor por amor y por gratitud por todo lo que Él ha hecho por nosotros. En lugar de sentirnos abrumados por tratar de servir a Dios en nuestras fuerzas, sentiremos una intensa pasión y deseo por servirle.
Estás intentando servir y agradar a tu Señor por tus propios medios y de la forma que tú crees que es mejor? Si es así, muy probablemente estés espiritualmente exhausto.: “4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.” (2ª a Corintios 3:4-6)
Cuando realmente aprendas lo que significa vivir en Su gracia, tendrás más fuerzas que nunca y jamás te sentirás cansado de servirle, porque la obediencia será el resultado natural motivado por Su desbordante amor a través de ti: “13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13)
En vez de sentirte culpable, sentirás gozo y gratitud por lo que Él hace a través de ti.