“23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino. 24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano. 25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan. 26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición. 27 Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre. 28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida. 29 Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.” (Salmos 37:23-28)
Cuando estamos inmersos en alguna adversidad, a veces enfocamos nuestra atención exclusivamente en el problema por el que estamos atravesando. Y por supuesto que no encontramos ninguna razón ni sentido para nuestro sufrimiento. Sin embargo, Dios tiene propósitos específicos para hacernos pasar por esos momentos de prueba y adversidad.
Una de las principales razones por las que Dios nos prueba es para enseñarnos a aborrecer el mal: “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal;” (Salmo 97:10)
No es verdad que casi nunca actuamos como si aborreciéramos el mal?
En muchas ocasiones, de hecho, nuestra tendencia es más bien a participar del mal, mantenerlo incluso en nuestros hábitos para nuestro propio entretenimiento, e inventando excusas para permitir que la presencia del mal esté en nuestra vida. Usamos como pretexto que, como el mal está en todo el mundo y es inevitable que lo enfrente, lo mejor no es evitarlo, sino “aprender a manejarlo”. Eso es engañarse a sí mismo!
En ningún versículo de la biblia se nos instruye a tratar de manejar o manipular el mal, por el contrario, se nos manda a alejarnos: “27 Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre.” (Salmos 37:27)
Cuando estamos ante la presencia del mal, debemos dar la vuelta y correr en sentido contrario en vez de ir a su encuentro.
Es verdad que vivimos en un mundo invadido y dominado por el mal, y que no podemos evitarlo siempre. Sin embargo, podemos asegurarnos de no meternos en situaciones que sabemos pueden tentarnos. Nuestro Padre Celestial nos puede ayudar a reconocer las trampas que el mal pondrá en nuestro camino.
Ore y pídale a Dios hoy mismo, que le dé la sabiduría, la inteligencia, la determinación y la fortaleza espiritual para evitar esas trampas.