Hagamos una pausa para recordar lo importante que es expresarle nuestra gratitud a Dios todos los días. La gratitud al Señor es enseñada claramente en las Sagradas Escrituras, pero ¿Cuál es la razón?
La Biblia dice: “Bueno es alabarte, oh Jehová y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo” (Salmos 92:1) La palabra hebrea que se traduce “alabarte”, también tiene el significado de “dar gracias”. Es decir, alabar a Dios es símbolo de gratitud.
Sabemos que Dios es Perfecto y tiene todo el conocimiento y la sabiduría, y si Él dice que dar gracias es bueno, entonces ello debería ser parte vital de nuestra vida. Desdichadamente, nuestras oraciones a menudo tienen más peticiones que expresiones de gratitud. Estamos tan concentrados en nuestros problemas y necesidades, que a veces no apreciamos las bendiciones que Él ya nos ha dado. Los recordatorios acerca de la gratitud se pueden encontrar en toda la Biblia, especialmente en el libro de los Salmos. Las acciones de gracias que nos enseñan las Escrituras podemos dividirlos en cuatro formas:
- “… el fruto de labios que confiesan su nombre.” (Hebreos 13:15)
- “… cantando con gracia en vuestros corazones al Señor …” (Colosenses 3:16)
- “Y todo lo que hacéis …” (Colosenses 3:17) y
- “… agradándole con temor y reverencia;” (Hebreos 12:28)
Sin importar la manera en que expresemos nuestro agradecimiento al Señor, no solo lo glorificamos sino también cosechamos beneficios para nuestra vida:
En primer lugar, la gratitud enfoca nuestra atención en Dios. “1 Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; 2 Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad cada noche, …” (Salmos 92:2)
- Cuando empezamos la mañana alabando y dando gracias a Dios, nuestro enfoque cambia, las presiones y cargas del día se ven pequeñas en comparación a la grandeza, bondad y amor del Señor.
- Al darle gracias somos más conscientes de nuestra dependencia de Él y apreciamos más su cuidado, provisión, protección y orientación durante todo el día.
- Por la noche, al recordar su fidelidad para con nosotros, en lugar de ir a la cama angustiado por las cargas, vamos con acción de gracias, lo cual nos llena la mente con la paz de Dios y nos ayuda a dormir relajadamente.
En segundo lugar, la gratitud nos libera de la ansiedad. “6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7)
Vivimos en una sociedad agitada, llena de presiones, expectativas y estrés. Cuando estamos consumidos por preocupación, miedo y ansiedad, rara vez nos sentimos agradecidos, pero es en momentos como esos, cuando más necesitamos agradecer a Dios “confesando Su Nombre”, “cantando con gracia”, mostrando nuestro “temor y reverencia”.
De acuerdo con el pasaje de Filipenses, la solución para la ansiedad es la oración, acompañada de acción de gracias. Cuando traemos a Dios nuestras cargas y preocupaciones, y le damos gracias por su fidelidad, Su paz que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestro corazón y nuestra mente. Hay un cambio físico, mental, emocional y espiritual extraordinario cuando comenzamos a expresar nuestra alabanza y gratitud a Dios. Nuestras cargas se alivianan, la agitación interna desaparece, la alegría del Señor nos inunda y somos renovados en el espíritu.
En tercer lugar, la acción de gracias refuerza nuestra fe. “14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1ª de Juan 5:14-15)
El recordar nuestro pasado y agradecer a Dios por su fidelidad aumenta nuestra confianza en Él; pues vemos que proveyó para nuestras necesidades, que nos dirigió a través de una situación confusa, o que nos libró de alguna dificultad o tentación.
Nos damos cuenta de que si Él nos cuidó en el pasado, lo volverá a hacer hoy, mañana y cada día de nuestra vida. Al recordar y reconocer todas las bendiciones que hemos recibido, nos dará la confianza para poner nuestras necesidades actuales en Sus Manos, y al mismo tiempo, con cada bendición recibida, le daremos gracias por fe, con la certeza de que también nos responderá en el futuro. Si pedimos alguna cosa conforme a la voluntad de Dios, podemos estar seguros de que Él nos dará lo que hemos solicitado.
En cuarto lugar, darle gracias renueva nuestra relación con Él. “1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. 2 Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. 3 Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. 4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. 5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.” (Salmos 100)
La ingratitud debilita nuestra percepción espiritual, pero la gratitud abre nuestros ojos para ver más del carácter de Dios, sus caminos y sus deseos.
Cuando alabamos a Dios, en lugar de simplemente pedirle que nos dé lo que creemos necesitar, nuestra relación con Él se profundiza y madura. Vamos a deleitarnos en honrarle a Él, por ser Quien Es, y no sólo por lo que nos da o hace por nosotros. Y después de un tiempo de alabanza y acción de gracias, terminaremos con una perspectiva renovada y regocijándonos en la bondad de nuestro Señor.
Por último, si en verdad deseamos mantener un espíritu constantemente agradecido, tenemos que encontrar una motivación permanente. Así pues, como El Único inmutable en nuestra vida es Dios, en Él es en Quien debemos fijar toda nuestra atención. De lo contrario, nuestro agradecimiento aparecerá y desaparecerá según cambien nuestras circunstancias.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1ª a Tesalonicenses 5:18)
“antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:18c-20)