Reconocer que Cristo es el Hijo del Dios viviente (Mateo 16:16b) y por ello, el ÚNICO fundamento (Isaías 28:16; Romanos 9:33; 1ª de Pedro 2:4-6; 1ª a Corintios 3:11) puesto por Dios, sobre el cuál se edificará la iglesia (Efesios 2:19-22), y que Cristo es también la Cabeza de la iglesia. (Efesios 4:15-16)

• A) Autoridad conferida. La iglesia, como cuerpo de creyentes, ha recibido la autoridad para la elección de sus oficiales. (Hechos 6:1-6, 15:22)

• B) Estructura. La Biblia solo hace mención a dos oficios dentro del cuerpo de Cristo: Obispo (Ministro, Anciano, Pastor o Ángel) {2 a Corintios 3:4-6, 6:4; Hechos 14:23, 20:28; 1ª a Timoteo 3:1-7, 5:17; Tito 1:5-9, 1ª de Pedro 5:1-4; Apocalipsis 2:1, 8, 12, 18, 3:1, 7 y 14} y Diácono (El que sirve) {1ª a Timoteo 3:8-13}. En todos los pasajes citados, la referencia es explícitamente dirigida a varones. Las hermanas en la fe tienen también responsabilidades muy importantes y trascendentes para el sano crecimiento del cuerpo de Cristo, y están perfectamente definidas en las Escrituras. Se espera de las hermanas que se preparen para servir a Dios, perfeccionándose en el aprendizaje y enseñanza de la Palabra de Dios a las hermanas más jóvenes (Tito 2:3-5) así como a los niños (2ª a Timoteo 1:5)

• C) Rendición de cuentas. La iglesia, como cuerpo de creyentes, debe no solo diezmar y ofrendar (2ª a Corintios 8:1:15; 9:6-11) sino que también ha recibido la responsabilidad de ejercer sana mayordomía sobre los bienes que Dios le confiera (2ª a Corintios 8:19-21), por lo que deberá ser cautelosa en las decisiones proveyendo tanto para los necesitados (Hechos 2:44-47; 1ª a Timoteo 5:16; Santiago 1:27) como para el crecimiento y expansión del evangelio. (2ª a Corintios 9:1, 12-13; Gálatas 6:10; Filipenses 4:10, 15-16)
  Los hermanos o hermanas designadas al ministerio de la tesorería deberán presentar a la iglesia, sin excusa alguna, reportes de ingresos y egresos la primera semana de cada mes calendario. La iglesia será la encargada de decidir en qué se aplicarán los recursos que Dios provea.

• D) Asistencia a los cultos. Los creyentes están llamados a congregarse (Hebreos 10:25) el Día del Señor (domingo) (Éxodo 20:9-11) para adorar a Dios por medio de la alabanza, el estudio y exposición de Su Palabra, los diezmos y ofrendas. Para ello es necesario que los que se quieran congregar se preparen espiritualmente, mentalmente y físicamente, estando conscientes de que estaremos ante la presencia de Dios y que debemos honrarlo en todos sentidos. Es por ello que se pedirá el respeto absoluto al lugar de reunión, comúnmente denominado “templo” como “casa de Dios” (1ª a Timoteo 3:15) cuidando de vestir apropiadamente. Se invitará a no vestir ropa ajustada (leggins, mallas, blusas o camisas entalladas, sandalias, etcétera) ni escotes pronunciados, ni minifaldas a fin de evitar que nuestra vestimenta pueda provocar que quien asista al culto se vea tentado a pecar o que demuestre falta de reverencia a Dios. (1ª a Timoteo 2:9-10; 1ª de Pedro 3:3-4)

• E) Membresía. En las iglesias bautistas, la membresía se puede obtener únicamente por tres medios: a) Por el bautismo en la iglesia local. b) Por medio de una carta aprobatoria en la que la iglesia a la que pertenecían anteriormente, corrobore que el creyente fue bautizado, cumpliendo con todos los requisitos bíblicos estipulados para este acto de obediencia. c) En el caso de que no sea posible obtener la carta de la iglesia anterior, se debe permitir al candidato dar su testimonio de conversión y bautismo ante la congregación y esta votará para determinar si se le acepta la membresía o no. Si el creyente aún no cumple con alguno de estos requisitos, no puede ser considerado parte integral del cuerpo de Cristo y, por ello, se vería limitado a no poder participar en la celebración de la Cena del Señor, y a no poder votar u opinar en las sesiones de negocios que celebre la iglesia.

La iglesia debe ocuparse del crecimiento espiritual de cada uno de sus miembros, planeando y disponiendo los recursos necesarios (tiempo, material, lugar, maestros, etcétera) para asegurar que cada uno de los miembros sea debidamente discipulado (Mateo 28:19a), bautizado (Mateo 28:19b) y enseñado (Mateo 28:20a). Así mismo para guiarlos a descubrir su(s) don(es) Espiritual(es), a fin de que todos los miembros ministren a otros (Romanos 12:4-8; 1ª de Pedro 4:10) y así la iglesia sea edificada constantemente. (Efesios 4:12)

En este mismo sentido, cada creyente debe estar dispuesto y apartar el tiempo necesario para ser discipulado, enseñado y preparado para discipular a nuevos creyentes. (Lucas 19:12-26; 2ª a Timoteo 2:2)

La iglesia fue diseñada en el plan perfecto de Dios para alcanzar a los perdidos (Hechos 2:42-47) y como resultado de ello, que cada vez sean más los que nos reunamos para glorificar Su Nombre (Efesios 1:12) Con estos fines en mente, la iglesia debe mantenerse en un esfuerzo constante por llevar el Evangelio a toda criatura independientemente de si las personas que el Espíritu Santo lleve a los pies de Cristo deseen o no congregarse en la misma iglesia a la que pertenecemos.

La iglesia está diseñada a vivir y trabajar como un solo cuerpo (Efesios 4:1-6) guiado en todo tiempo por la Cabeza que es Cristo. Es por ello que los fieles deben procurar mostrarse amor fraterno y evitar murmuraciones (Lucas 6:37; Romanos 14:13; Gálatas 5:15) para que no haya división, ni pleitos, ni ofensas; sino que, en caso de disensiones los creyentes deberán resolver todo siguiendo los preceptos bíblicos.   (Mateo 18:15-17)