JESÚS ES MÁS FUERTE QUE MIS TEMORES

37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”   (Marcos 4:37-41)

El mar de Galilea mide cerca de 11 kilómetros de ancho y 21 de largo. Si hubiésemos estado sentados en la playa la tarde que Jesús calmó es “gran tempestad”, habríamos visto nubes amenazadoras y relámpagos sobre las aguas del mar. Presenciar una tormenta a la distancia o desde la seguridad del interior de nuestra casa es algo fácil y tal vez hasta fascinante. Pero es otra cosa totalmente diferente cuando estás en un bote a la deriva, llevado por las olas y con la lluvia golpeando tu rostro. Entonces, lo que a la distancia luce asombroso o fascinante, puede llenar de pánico tu corazón. Este sentimiento de pánico que sintieron los apóstoles es muy razonable si sabes que estás en riesgo de zozobrar en medio del mar!

En este mundo caído, todos enfrentamos tormentas de alguna clase, ya sea que involucren cuestiones físicas, o de relaciones personales, o financieras, o cualquier otro aspecto. Estas adversidades son a veces muy difíciles y pueden lastimarnos. Pero no constituyen toda la historia de nuestras vidas, especialmente si somos seguidores de Aquel Quien tiene el Poder para calmar cualquier tormenta.

Cuando los problemas llegan, tal vez nos encontremos preguntando: Dios mío, dónde estás? Pero Él está donde siempre ha estado; el problema es que nos olvidamos de voltear hacia la dirección correcta.

Así que recuerde, es la voz de Jesús Quien desde el principio creó el universo y es Su voz la que controla toda Su Creación, y Él es también el Soberano sobre toda clase de tempestad que podamos enfrentar: Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”  (1ª de Juan 4:4) Sabiendo que somos frágiles en las tormentas, Él está a nuestro lado, refugiándonos en lo más intenso de la lluvia y llenando de paz nuestro corazón: 13 Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. 14 Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.”   (Salmos 103:13-14)

La peligrosa tormenta que enfrentaron los apóstoles no fue nada ante el Poder de Jesús. Con solo tres palabras, Él calmó la tempestad inmediatamente y la convirtió en “grande bonanza”. Él hará lo mismo por ti y por mí cada vez que sea necesario, si tan solo fijamos nuestra vista en Jesús y nos refugiamos en Él poniendo nuestra fe en Su infinito Poder.

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