“⁸ Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.”   (Isaías 55:8)

Cuando pensamos en Jesús como el Único Camino al Padre (Juan 14:6), es natural pensar en todo aquello que nos tiene separados de Dios. Examinemos tres razones:

1. Estamos separados por Su Altura: Las Sagradas Escrituras llaman a Dios “Altísimo” (Salmos 9:2) y lo describen al “Señor sentado sobre un trono alto y sublime…” (Isaías 6:1) Él es sobre toda la creación y no está limitado por la gravedad, tiempo o espacio. Aún más, Dios mismo declara: ⁹ Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”  (Isaías 55:9) Sin duda alguna, Dios es Superior a todos los seres creados.
2. Estamos separados por la distancia: Moisés experimentó la presencia de Dios “en una llama de fuego en medio de una zarza”, pero aun en ese momento sublime, el Señor Jehová le advirtió que no se acercara a Él. (Éxodo 3:2, 5) Años después, cuando el pueblo de Israel construyó el templo y el tabernáculo, Dios les advirtió que no deberían entrar al Lugar Santísimo excepto por un tiempo específico una vez al año, y únicamente una personal estaba aprobada por Él bajo condiciones muy estrictas. (Hebreos 9:7) Definitivamente siempre habrá una distancia entre Dios y los hombres que nunca podrá ser reducida.
3. Estamos separados por luz y fuego: (Deuteronomio 4:24; 1ª de Juan 1:5) Sabemos que si fijamos nuestra vista en una luz intensa o en el sol, dejaremos de ver con claridad al menos por unos momentos. Así mismo, acercarnos a una flama ardiente puede quemarnos y hasta consumirnos totalmente. En una forma similar, si estuviéramos en la Presencia de nuestro Dios Santísimo, seríamos consumidos.

¿Por qué vino Jesús a nosotros? Para poder acercarnos al Padre Celestial.

Únicamente Hijo de Dios, Quien Es Perfecto, Puro y sin pecado puede estar en la Presencia de Dios Padre y sentarse a Su Diestra. Nosotros, los creyentes en Cristo, podremos compartir esa clase de intimidad con el Dios Creador del Universo.