LA CONFESIÓN DE PECADO

Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”   (1ª de Juan 1:5-7)

La primera epístola del apóstol Juan no tiene como tema principal la salvación del ser humano, aún y cuando hace énfasis en la necesidad que este tiene de confesar sus pecados. Esta carta fue escrita a personas que ya tenían una relación con Dios pero que necesitaba ser recordada de la importancia de mantener una relación con Él. El Padre desea que los creyentes disfrutemos de Su Presencia, pero, para poder hacerlo, primero que nada necesitamos tratar con nuestro pecado.

Como cristianos, hemos sido hechos “nueva criatura” (2ª a Corintios 5:17), pero no somos hemos sido perfeccionados aún y por tanto, seguimos pecando. Tenemos un cuerpo que retiene sus tendencias naturales: desear descansar, divertirse, comer y obtener placer en todo ello. Cuando esos deseos están bajo el control del Espíritu Santo, vivimos con verdadero gozo, con vidas que honran a Dios. Sin embargo, si cedemos a la tentación de ser controlado por esas tendencias naturales, también conocidas en la biblia como “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida” (1ª de Juan 2:16) entonces caeremos en el pecado y las tinieblas reinarán una vez más en nuestro interior.

Es muy importante entender que “andar en tinieblas” no significa que un creyente ha perdido su salvación, aquellos que hemos recibido y confesado a Jesucristo como nuestro Dios y Salvador nunca podremos perdernos otra vez pues Él nos mantiene seguros en Su amorosa mano: 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (Juan 10:27-29)

Pero, a pesar de ser de Su propiedad, a veces podemos decidir ir en contra de la voluntad de Dios y tomar el camino del pecado que nos apartará de Él por un tiempo. Sin embargo, debido a que la luz y las tinieblas no pueden coexistir, al estar en pecado sentiremos una tensión espiritual constante. La confesión de nuestros pecados es la única forma de salir de las tinieblas y restaurar la paz en nuestro corazón.

Un creyente en real comunión con Dios irradia paz y contentamiento. Estaremos llenos de gozo al permanecer siempre en Su Presencia, alineando nuestras decisiones con Su voluntad, y compartiendo Su amor con todo aquel quien cruce nuestro camino.

11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.”   (Salmos 16:11)

Finalmente, confesar nuestras faltas, ofensas, errores, malas decisiones, etcétera, nos mantendrá fuertemente unidos a Él y, al mismo tiempo, dará gloria a nuestro Señor.

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