“20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” (Marcos 11:20-24)
Si usted le ha pedido algo a Dios y ha pasado mucho tiempo sin ver Su respuesta, es entendible que empiece a preguntarse si Él le ha escuchado o no. Recuerda haberse encontrado alguna vez preguntándole a Dios algo así: “Qué está pasando Señor?” “Tú has dicho en Tu Palabra que si pido algo con fe, Tú lo harás. Acaso no me has escuchado?”
En caso de que alguna vez usted presentara una petición a Dios y aparentemente Él nunca le respondió, haga una pausa para considerar las siguientes preguntas:
Cuál fue la situación específica? Qué fue exactamente lo que le pidió al Señor? Si lo compartió con alguien más para que orara por usted, qué fue lo que le dijo que pidiera? Hizo o intentó hacer algo al respecto?
Una de las razones más comunes para que los creyentes experimentemos una crisis de fe es que nuestras palabras y nuestra actitud no concuerdan, no están en armonía. Nos decimos a nosotros mismos que estamos orando a nuestro Padre Celestial, buscando Su voluntad, y rogando por Su intervención, cuando en realidad nuestras oraciones están llenas de inconformidad o dudas por Su aparente falta de respuesta.
Decimos por ejemplo: “Señor, esta vez sí que eché a perder todo”, o “Señor, no merezco esto.” O tal vez en oremos: “Cómo es que me pasó esto” o aún peor, podríamos decir: “Señor, cómo es que dejaste que me pasara esto?” Nos quejamos de nuestra situación, sumidos en una actitud de angustia o ansiedad, y luego le pedimos a Dios que solucione todo. Son estas oraciones que verdaderamente honren a Dios? Por supuesto que NO.
En el pasaje Jesús nos dice que si pedimos algo, debemos creer en nuestro corazón que ya nos ha sido concedido. Este nivel de fe no está fundado en nuestros lloriqueos o quejas, sino en nuestra alabanza y adoración por Su Grandeza y Su Poder.
Dios desea y nos pide que clamemos a Él y que pongamos nuestras preocupaciones a Sus Pies: “7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1ª de Pedro 5:7)
Pero debemos ser muy cuidadosos para hacerlo de forma que nuestra oración se enfoque en darle la Gloria de Dios y no en nuestras peticiones.