“5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” (Deuteronomio 6:5-7)
Proverbios 22:6 nos dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Qué gran responsabilidad pone esto en los padres, e incluso en los abuelos, ya que, el testimonio que demuestre su nivel de sumisión a Dios se reflejará en la vida de sus descendientes.
Ahora, es cierto que los niños eventualmente crecen y toman sus propias decisiones. Hay padres piadosos que están desconsolados por las malas decisiones de sus hijos. Si bien es cierto que algunos niños o jóvenes que crecen en ambientes pecaminosos se convierten en personas justas e íntegras al llegar a la adultez.
Muchas veces he escuchado una frase como esta: “No existe un manual para educar a los hijos”. Pero eso NO ES VERDAD! En la biblia encontramos todos los consejos e instrucciones necesarias para guiar y educar a nuestros hijos. El grave problema se genera cuando decidimos guiarlos y educarlos como lo hicieron nuestros abuelos o nuestros padres, o “a nuestra manera”.
Como padres y madres, se nos da una tarea trascendental: enseñar y demostrar con hechos, no con palabras, cómo se debe vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Recuerda que, afortunadamente, no tenemos que depender de nosotros mismos para obtener sabiduría. La buena crianza de los hijos implica autoevaluarnos constante y humildemente en oración; de ser necesario, pedir un consejo de algún hermano o hermana en la fe, y corregir el curso cuando Dios así nos lo muestre.
Comienza por considerar cómo responderías a las siguientes preguntas si tus hijos vivieran de la misma manera que tú has vivido: ¿Qué lugar tendrán Jesús, la Palabra de Dios y la iglesia en sus vidas? ¿Buscarán la dirección de Dios como la guía definitiva para tomar sus decisiones? ¿Desarrollarán fuertes relaciones con hermanos en la fe? ¿Sabrán cómo manejar el dinero sabiamente? ¿Cumplirán el ministerio al que Dios les llame? A medida que busques respuestas, pídele a Dios que te revele la verdad, ya que las respuestas a este autoexamen pueden ser difíciles de aceptar.
Al considerar con espíritu de humildad el impacto y la trascendencia que como padre o madre lograrás, puedes estar seguro(a) que descubrirás tanto aspectos positivos como negativos. El objetivo de este análisis no es la auto condena, así que ten en cuenta las siguientes verdades:
- No hay ningún padre o madre perfectos y
- Nunca es demasiado tarde para llevar a sus hijos a los Pies de Cristo, o reencauzarlos en el Camino de Dios.
Incluso si los niños han crecido, puedes pedirles perdón, compartirles lo que has aprendido y demostrar, con tu testimonio, como Jesucristo ha cambiado tu vida. Lo mejor es empezar ahora mismo.