“7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:7-10)
Rebelarse en contra de Dios es una decisión muy costosa. La ley divina no deja lugar a dudas de las consecuencias de nuestras acciones: “cosechamos lo que sembramos”. Y este principio bíblico en inmutable, no se puede cambiar ni modificar, sin importar si usted cree o no en Dios.
Una actitud muy común en nuestra cultura moderna es que los mandamientos, las leyes o reglas están diseñadas para evitar que la gente se divierta. Ciertamente esa no es la intención del Señor. De hecho, Él nos ofrece la verdadera libertad al aceptar Su invitación a tener una relación profunda con Él. Nuestro Amoroso Padre Celestial desea mantener a Sus hijos creciendo en la fe y libres de las tentaciones del diablo y alejados de las influencias del mundo. Él hace esto al limitar nuestras acciones y ordenándonos a seguir ciertas leyes y principios, los cuales Él ha diseñado para nuestro bien. No hay mayor placer, gozo, o fuente de contentamiento, que el servir al Señor Jesús.
Por otro lado, la rebelión es en realidad una forma de esclavitud. Al desafiar la Autoridad de Dios en alguna área de nuestra vida, estamos permitiendo que el enemigo nos encadene. Al principio probablemente no nos sintamos atrapados por él, pero tenga en cuenta que si rechaza a Dios, sufrirá las consecuencias y eventualmente sentiremos la pesada carga como consecuencia de nuestros pecados. Ya sea que la pena que pagaremos terminará sea una carga física, mental o espiritual, nos encontraremos separados de Dios e imposibilitados a servirle.
“24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6:24)
Dios toma muy en serio cualquier desobediencia porque las consecuencias son muy graves. Siendo el Soberano del universo y nuestro Amoroso Padre Celestial, Él solo tiene nuestro bien en Su Mente.
“11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11)
Así que, rebelarnos contra Dios, es un gran error. Los hombres y mujeres sabios viven siempre conforme a Su Palabra y obedeciendo Sus mandatos.
“Bienaventurados los perfectos de camino, Los que andan en la ley de Jehová. 2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios, Y con todo el corazón le buscan; 3 Pues no hacen iniquidad Los que andan en sus caminos. 4 Tú encargaste Que sean muy guardados tus mandamientos. 5 ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos Para guardar tus estatutos! 6 Entonces no sería yo avergonzado, Cuando atendiese a todos tus mandamientos. 7 Te alabaré con rectitud de corazón.” (Salmos 119:1-8)