“17 Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2ª de Pedro 3:17-18)
En todo el mundo, mucha gente asiste a algún tipo de templo, inclinan su cabeza para orar, y escuchan sermones, pero muchos de ellos, tal vez la mayoría, no crece espiritualmente, porque es muy común para ellos asumir que con esas acciones es suficiente para cumplir con todas las obligaciones de un cristiano. Podríamos hacer todo ello y aún así tener una relación errante e inestable con Jesús.
Permítame preguntarle, ve en su propia vida alguna evidencia que demuestre que está madurando cada día en su caminar con el Señor?
Para crecer espiritualmente, primero que nade necesitamos ser salvos, es decir, haber entregado nuestra vida a Cristo. Este crecimiento espiritual inicia solamente después de que Jesús nos ha hecho nueva criatura (2ª a Corintios 5:17) nos ha limpiado de toda nuestra maldad (1ª de Pedro 1:17-19) y nos ha adoptado como Sus hijos. (Juan 1:12) Solo entonces podemos empezar a crecer. Sin embargo, aún con esta nueva vida, podemos quedarnos estancados.
Existen varios indicadores que nos pueden revelar la calidad de nuestra nueva vida en Cristo. Por ejemplo:
- Los creyentes que en verdad están creciendo deben sentir cada día una creciente necesidad de conocer más íntimamente a su Señor.
- Los creyentes que se mantienen cercanos a su Salvador notarán que cada vez más se agudiza su discernimiento acerca del pecado. Incluso, pueden identificar más fácilmente las falsas enseñanzas y los errores doctrinales se hacen más obvios conforme acumulan el conocimiento de la Verdad en su espíritu.
- Nuestro amor hacia los demás incluirá cada vez a más personas y se expandirá constantemente, es decir, se nos facilitará amar a nuestros prójimos. Llegará el momento en que el Espíritu Santo nos ayudará a poder amar a esas personas a las que anteriormente ignorábamos que existían o se nos dificultaba aceptar.
- Siente usted en su interior un deseo insaciable de conocer más a Dios?
- Se puede dar cuenta más fácilmente e identifica con rapidez el pecado?
- Su amor está disponible solamente para aquellos que le aman, o cumplen sus expectativas para poder ser amados, o en verdad siente amor y compasión aún por aquellos que “no le caían bien” antes?
Necesitamos confrontarnos con las preguntas anteriores para poder, con base en nuestras respuestas sinceras, determinar y evaluar si en verdad estamos creciendo espiritualmente.