“9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. 12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” (Juan 15:9-17)
Para los creyentes que asistieron a la escuela dominical cuando eran niños, lo más probable es que hayan aprendido alguno de los coros cristianos que dicen en sus líneas que Jesús es su amigo. Y conforme fueron creciendo y alcanzaron la juventud, dejaron naturalmente las canciones infantiles. Pero tristemente, también pareciera que se fueron olvidando de ver a Jesús como su mejor amigo.
Cuando los creyentes aprendemos más de Dios, lo consideramos como el Señor de nuestra vida y lo reconocemos como el Soberano Juez de toda la tierra. Es más fácil y más común pensar en Dios como el Altísimo, Creador, Salvador y Señor que como “simplemente” nuestro Amigo. Pero Jesús es Quien se presenta a Sus discípulos de esa manera diciéndoles que Él representa ambas posiciones: Él posee la Deidad como Hijo de Dios, y también, como hombre, los reconoce como sus amigos. (Juan 15:15)
Es importante entender que la oferta de amistad de parte de Jesús se extiende hacia todos Sus discípulos de todas las eras. Al igual que los primeros doce seguidores de Cristo, nosotros tenemos el privilegio de decir que Jesús dio Su vida por nosotros como un supremo acto y demostración de amor y devoción (vs. 13) Aún más, Su Santo Espíritu nos revela las verdades de las Escrituras y las implanta en nuestros corazones para que podamos aprender más acerca de Dios y de Sus Caminos. En otras palabras, Jesús nos ha dado a conocer a Sus discípulos las cosas que Él mismo oyó de Su Padre. Un señor no revela sus secretos a sus siervos; pero sí se las puede compartir con quienes considera sus amigos. (vs. 15)
De modo que, enseñar a los niños a cantar acerca de su amistad con Jesús es una sabia idea. Pero me pregunto si conforme crecemos como jóvenes y adultos cristianos continuaremos cantando acerca de esta relación tan especial de amistad que tenemos con nuestro Señor Jesucristo.
Ojalá que nunca lleguemos a sentir que somos muy religiosos, y tan piadosos, maduros o demasiado grandes de edad que ya no podamos decir, cantar y hacer saber a todo el mundo, sin pena y sin temor alguno: “Mi mejor Amigo es Jesús”.