“12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” (Colosenses 3:12-13)
Cuando enfrentamos problemas o penas, nuestra reacción natural es buscar o llamar a alguna persona que sabemos que escuchará pacientemente nuestro clamor y angustia. Pero, qué tan frecuentemente intentamos ser esa persona que está presta y dispuesta para compartir la carga de aquel que está sufriendo?
En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo exhorta a los creyentes a vestirnos con un corazón compasivo, amable y paciente. En otras palabras, los seres humanos no nacemos equipados con esta clase de cualidades. En lugar de ello, somos entrenados poco a poco y paso a paso para imitar a Jesús cada día más, conforme aprendemos a soportarnos y perdonarnos unos a otros. El Espíritu Santo está más que dispuesto a instruirnos en las formas más apropiadas para hacer crecer Su fruto en nosotros. Y el Padre Celestial nos dará las oportunidades para que vayamos ejercitando y desarrollando estas nuevas virtudes.
Por otra parte, tenemos la idea de asociar la palabra paciencia con el “arte de saber esperar”. Esta es ciertamente parte de su definición, pero también el soportar, perseverar y persistir son conceptos propios de la paciencia. Cuando nos estamos relacionando con los demás, como el apóstol Pablo nos reta a hacer, no debemos simplemente esperar a que los demás se vayan convirtiendo en mejores versiones de sí mismos. Nosotros debemos soportar sus cargas junto con ellos o persistir en nuestro intento de ofrecerles nuestra ayuda. Estamos cuidando, escuchando, y sirviendo lo mejor que podemos, cuantas veces podamos. En un mundo que insiste en hacerlo todo cada vez más rápido, la paciencia se convierte en un don asombroso que debemos compartir con las demás personas.
“22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5.22-23)
Al mencionar a la paciencia en la lista de las virtudes del Fruto del Espíritu, Dios nos deja en claro que cada creyente debe desarrollar este don. Además de cualquier don adicional y talento que usted posea, la paciencia es un atributo en el que usted debe esforzarse en desarrollar. Practíquela para la gloria de Dios y como un seguro medio para servir a los demás.