­

PERMANECER EN LA LUZ

Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. … 1Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”   (1ª de Juan 1:5 – 2:2)

El apóstol Juan utilizó una metáfora de las tinieblas y la luz para describir la vida de pecado en comparación con la vida en Cristo (1ª de Juan 1:7) Dios ES LA LUZ Pura y Perfecta brillando a través del cristiano obediente. Sin embargo, cuando nosotros permitimos que las tinieblas, o sea, el pecado, entre en nuestra vida, se produce un conflicto inmediato. Las tinieblas y la luz no se pueden coexistir.

La única forma para mantener un espíritu puro es confesando nuestros pecados. La sangre preciosa que Jesús derramó en la cruz nos hace limpios, y nada ni nadie puede cambiar la identidad de un creyente redimido convertido ya en hijo de Dios al aceptar y confesar a Jesús como Dios, Señor y Salvador de su vida. Sin embargo, cuando pecamos, se rompe la relación entre el Señor y nosotros: pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” (Isaías 59:2) Negarnos a confesar nuestros pecados, puede hundir completamente nuestro espíritu en las tinieblas de forma que solamente los rayos de la Luz de Cristo pueden penetrar.

Lo que rompe las ataduras de las tinieblas es la confesión, que significa simplemente que estamos de acuerdo con Dios en que nuestras acciones, pensamientos o palabras están en contra de Sus mandamientos o de Su voluntad. A veces somos tentados a pronunciar una “confesión simple”, algo como decir: “Siento mucho haber pecado contra ti”, pero este tipo de “confesión” no funcionará para eliminar las tinieblas de su vida. Debemos ser muy específicos y claros acerca de los pecados que cometimos y confesarlos uno por uno.

El Espíritu Santo siempre producirá una convicción total de que hemos pecado; Él nos recordará y señalará cada una de nuestras fallas. Y Dios espera que nos confrontemos de forma inmediata con nuestros pecados a fin de que decidamos dejar ese camino que nos aleja de Su Presencia, Su Cuidado, Su Protección, Su Dirección.

Los creyentes quienes honestamente reconocen sus pecados y toman responsabilidad y pronta acción de arrepentimiento, mantendrán una relación correcta con el Señor. La carta del apóstol Juan confirma el deseo de Dios arrojar fuera las tinieblas y mantenernos siempre en la luz de Su amor. Nuestra parte consiste en dejar pronto la suciedad que satanás arroja hacia nosotros.

Print your tickets