El Espíritu Santo es dado por Dios como un anticipo de la herencia futura del creyente en la gloria:
“Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” (2ª a Corintios 1:21-22)
Nota: Este versículo revela una referencia clara a las tres Personas de la Trinidad.
La autenticidad de la vida espiritual es certificada por estas cuatro obras divinas realizadas en la vida de cada uno de los creyentes:
- Nos confirma { Romanos 16:25-27}
- Nos ungió { 1ª de Juan 2:20, 27}
- Nos ha sellado {Efesios 1:13; 4:30}
- Nos ha dado las arras del Espíritu {2ª a Corintios 1:21-22}
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, {Cf. Romanos 10:17} fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. … Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” (Efesios 1:13-14; 4:30)
Implicaciones primordiales del significado de un sello:
- Autenticidad, Legitimidad. (1ª de Reyes 21:7-8)
- Autoridad, Jerarquía, Inmutabilidad. (Ester 8:8)
- Propiedad, Pertenencia, Dominio. (Jeremías 32:10)
- Resguardo, Protección, Inquebrantable, Invulnerable, Inviolable, Seguridad, Garantía. (Daniel 6:17) { Juan 6:37-40}
Por tanto, al ser “sellados por Su Santo Espíritu”, somos enteramente propiedad de Dios, y sólo Él tiene todos los derechos y toda la autoridad sobre nuestra vida.
“19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1ª a Corintios 6:19-20)
Al mismo tiempo entendemos que absolutamente nadie ni nada puede cambiar nuestra posición espiritual, ni extraernos de Su dominio, y, en Él estamos protegidos, seguros, resguardados, y tenemos la promesa de que así será por la eternidad:
“27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre uno somos.” (Juan 10:27-30)
“38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39)