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25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo28 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 29 No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de  él, 30 diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. …  33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”   (Lucas 14:25-30, 33)

La vida de nuestro Señor Jesús fue un sacrificio constante. Y todo lo que Él sufrió y experimentó durante su andar en este mundo, le da la razón para pedirnos que, si en verdad queremos seguirle, que tomemos nuestra cruz, es decir, que estemos dispuestos a hacer los mismos sacrificios que Él hizo por nosotros.

 A LO QUE DEBEMOS RENUNCIAR: 

26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”  (Lucas 14:26-27)

Jesús mismo y sus apóstoles abandonaron a su familia, su hogar, sus posesiones. Ahora, sería un grave error de interpretación creer que Jesús nos está ordenando “aborrecer” a nuestros seres más queridos y a nosotros mismos porque eso es contrario a prácticamente toda las Sagradas Escrituras, empezando por el “principal mandamiento”: 

¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.” (Marcos 12:29-31)                                                                                                                                                                                                                                                                     

y llegando hasta donde nos pide que amemos aún a nuestros enemigos: 43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” (Mateo 5:43-45 ) 

La palabra griega que se traduce como “aborrecer” simplemente significa “amar menos”. Lo que Jesús nos está pidiendo es que le amemos a Él más que a cualquier otra persona en el mundo, incluyéndonos a nosotros mismos.

Con base en el contexto de las palabras de Jesús, para aplicarlo en nuestra vida, entendemos que no podemos ser discípulos de Jesús si:

    • Me niego a aceptar a Cristo como mi Señor y Salvador por miedo a perder mi relación con mis seres queridos o mis amistades.
    • Me niego a aceptar a Cristo como mi Señor y Salvador por tener que dejar de hacer lo que me gusta y renunciar a mis placeres y a mis bienes.
    • Preferimos obedecer o hacer caso a mis abuelos, padres, esposa o esposo, hijos, hermanos, amigos cuando nos piden que dejemos de ir al templo o no hacer mi devocional o asistir al estudio de la biblia los jueves para estar con ellos.
    • Prefiero pasear, quedarme en casa, ir a visitar amigos, familiares, viajar, o cualquier otra actividad en vez de ir a la casa de Dios o estudiar Su Palabra.
    • Decido gastarme lo que debo diezmar u ofrendar para “darme un gusto” o utilizarlo para pagar mis deudas.
    • Me niego a obedecer el llamado de Dios para ejercer mis dones y mi ministerio.

CÓMO CALCULAR CORRECTAMENTE EL COSTO:

28 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla(Lucas 14:28)

Según nuestro Señor hay tres actitudes que distinguen a un verdadero cristiano de aquellos que no calculan correctamente el costo de seguirle:

    1. “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón.” (Mateo 13:19) Hay muchas personas que oyen pero no escuchan y por ello no entienden la Palabra de Dios y tampoco se preocupan por tratar de entenderla o buscar a alguien que se las explique. No tienen un sincero deseo de buscar a Dios.
    2. “… el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.” (Mateo 13:20-21) Hay muchas personas que oyen la Palabra de Dios y parecen entenderla e incluso llegan a confesar a Jesús como su Señor y Salvador sin entender realmente lo que eso significa. Pero en cuanto sufren algún problema, carencia, enfermedad, etcétera, o cuando son rechazados por algún ser querido o por la sociedad, se acobardan y deciden seguir “quedando bien” con el mundo y rechazando a Dios.
    3. “… el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” (Mateo 13:22) Hay muchas personas que simplemente no pueden dejar sus posesiones materiales, sus planes de éxito, sus deseos, codicias y ambiciones, y, aunque oyen las advertencias de la Palabra de Dios, su ego es demasiado grande para tener el valor y la humildad de seguir a Jesús.  16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.”   ( Mateo 19:16, 21-22)

A diferencia de todas esas personas, aquel que siente el llamado a seguir a Jesús al escuchar y entender Su Palabra pone en un lado de la balanza todo lo que es y todo lo que tiene (incluyendo a todos sus seres queridos, trabajo, bienes) y del otro lado pone las promesas de Jesús y entonces decide seguirle sin darle ningún valor a todo lo que “pudiera perder.”

Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, …”   (Filipenses 3:7-8)

 

POR QUÉ ES IMPORTANTE CALCULAR EL COSTO:

29 No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, 30 diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. …”  

Es obvio que antes de comenzar a edificar se tiene que poner el cimiento. Y sabemos que la biblia dice que no puede haber otro “fundamento” o “cimiento” que el mismo Señor Jesucristo.

“… pero cada uno mire cómo sobreedifica11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”   (1ª a Corintios 3:10-11)

Entonces, entendiendo el contexto de la enseñanza de Jesús, nos está advirtiendo que nadie que se atreva a llamarse a sí mismo: cristiano, se niega a “sobredificar” sino que, una vez que ha confesado a Jesús como el “cimiento” de su vida, deberá de inmediato tratar, bajo la dirección, guía y control del Espíritu Santo, de acabar la obra que Jesús ha comenzado en él o ella.

 

CONCLUSIÓN

 “33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”   (Lucas 14:33)

 ¿A QUÉ NO HAS RENUNCIADO? 

    • Amar a alguien más que a Jesús incluido tú mismo. (quedar bien con los demás)
    • A tomar tu cruz y seguir a Jesús. (cumplir con tu ministerio)
    • A todo lo que posees.

Aquello a lo que no hemos renunciado nos descalifica para poder ser aceptados por Jesús como sus discípulos.

 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”  (Lucas 14:27)

 Según este versículo entendemos que LA CRUZ VIENE ANTES DE LA CORONA.

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