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A veces olvidamos que no solo la forma en que actuamos sino también nuestras expresiones u opiniones, los temas que compartimos, es lo que la gente usará para “clasificarnos”. Así que no deberíamos restarle importancia a todo ello.

Por ejemplo, si nuestras conversaciones son en general de las cosas que suceden en el mundo, lo que hemos visto en un noticiero, una película, serie, novela, eventos deportivos, etcétera, la gente pensará que no somos diferentes al resto del mundo.

Así que, la pregunta es: En cuanto a nuestras experiencias de vida como cristianos: Qué tan comunicativos o reservados somos? Pienso que generalmente hablamos más de lo que sucede a diario en el mundo, que de lo que Jesús ha hecho en nuestra vida.

Por otra parte, también es más común que recordemos y que hablemos más de las experiencias tristes o difíciles que los momentos de felicidad. En tiempos de adversidad podemos llegar a olvidar cómo Dios ha respondido a nuestras oraciones en el pasado y cómo nos ha guiado por medio del Espíritu Santo para salir victoriosos.

En la biblia encontramos incontables versículos de diferentes personajes que expresan el reconocimiento, la gratitud, la alabanza y la gloria a Dios por Sus bendiciones, Su cuidado, su misericordia, su fidelidad, incluso en circunstancias en que eran probados o disciplinados por Dios. Veamos un de tantos pasajes:

18 Mientras él (i.e. Jesús) les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. 19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos. 20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. 22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. 23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, 24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. 26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra. 27 Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! 28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. 29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. 31 Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.”   (Mateo 9:18-31) {1ª de Crónicas 16; Salmos 9:11-14}

¿Cómo y quienes se encargaron de difundir la fama de Jesús?

¿Ha hecho Dios algo en su vida que valga la pena compartir con otras personas?

Por ejemplo, lo que David dejó por escrito en los salmos, fue precisamente un registro de todas las maravillas que Dios hizo en su vida. Él no tuvo ninguna duda de que tenía que contarle al mundo entero Quién es Dios y cómo obró en cada prueba, cómo lo disciplinaba cuando David pecaba, o cuando se equivocaba en sus decisiones, o como Dios lo honraba cuando actuaba conforme a Sus mandamientos.

Piense en esto: Poner por escrito las veces y las formas en que Dios ha actuado en nuestra vida será muy impactante para quienes lo lean cuando ya no estemos en este mundo. Por ejemplo, si está pasando por alguna prueba, es un buen momento para hacer una pausa y dejar por escrito su reconocimiento de la naturaleza inmutable de Dios, Su Misericordia, Su Fidelidad, Su Omnipotencia, Su Omnisciencia, Su Paciencia, Su Perdón y Su Amor que le ha demostrado a lo largo de los años.

CONCLUSIÓN

Sabemos que como cristianos, tenemos un enemigo que quiere desviar nuestro enfoque de Dios. Pero si estudiamos en la biblia la vida de los personajes fieles a Dios y comparamos con ellos nuestras propias experiencias, y, así como ellos, llevamos un registro de lo que el Señor ha hecho en nuestra vida, nos ayudará a recordar su provisión y protección constantes. Así, cuando Él permita que pasemos por valles de sombras, no temeremos mal alguno, sino que confiaremos en Su Divina Providencia.

Y si no le gusta escribir para dejar sus memorias para las próximas generaciones, al menos por qué no aprovechar cada día para contarles a sus hijos, a sus padres, a sus amigos y a todo el mundo, lo que Jesús ha hecho por usted.

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