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Una de las razones por las que nos detenemos en el camino o cambiamos de rumbo y desobedecemos a Dios es porque nuestra fe ha dado lugar al temor.

28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”   (Mateo 14:28-31)

En estos días, la gente tiene suficientes motivos para sentir temor. El mundo pareciera estar siempre al borde de la guerra mundial, nuestro país pareciera estar en un continuo estado de crisis. Es cada vez más complicado conseguir un buen empleo, hay más hambre y pobreza, pandemias, los desastres naturales se suceden con más frecuencia, y las historias de crimen dominan las noticias de cada día. Como cristianos, sabemos que el temor no debe tener lugar en nuestras vidas, pero ¿Cómo debemos reaccionar ante todo lo que está pasando a nuestro derredor?

Con base en el pasaje de Mateo, entendemos que básicamente hay dos caminos por los que podemos andar: fe y temor. ¿por cuál camino andamos?

Algunos creyentes quienes leen la Biblia con constancia y dedicación, y creen verdaderamente en Dios, a veces eligen vivir con temor. Al ver las experiencias difíciles por las que pasan otros, se preguntan si lo mismo podría pasarles a ellos: Por ejemplo: ven a alguien perder su empleo y se preguntan: ¿Seré yo el próximo? Se enteran de que alguien muere en un accidente y piensan de inmediato que esto puede sucederles a ellos. Pero este tipo de razonamientos “lógicos” hacen que nuestras circunstancias estén por encima de nuestra relación con Dios.

Si satanás puede hacernos pensar así, él habrá ganado la batalla por nuestra mente. Pero cuando nos enfocamos en Dios en vez de nuestras circunstancias, cualquiera que sea nuestra situación, Dios siempre nos dará la victoria. La Biblia nos dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”   (2ª a Timoteo 1:7)

Nuestro Padre Celestial entiende nuestras decepciones, sufrimientos, penas y dolor. Él siempre está a nuestro lado dándonos valor y ayudándonos a entender que Él es más que suficiente para todas nuestras necesidades. Cuando aceptemos esto como una verdad absoluta para nuestras vidas, nos daremos cuenta de que las preocupaciones y los temores desaparecerán.

10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. … 13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.”   (Isaías 41:10, 13)

 LOS EFECTOS SECUNDARIOS DEL TEMOR

El temor obviamente produce ansiedad, pero también crea un caos en nuestras vidas y además afecta a aquellos que nos rodean.

    • El temor congela nuestros pensamientos y acciones. Nos volvemos indecisos y nos quedamos estancados porque tememos fallar. Recuerde que no avanzar causa el mismo efecto negativo que retroceder.
    • El temor también nos obstruye para poder servir a Dios. La falta de confianza afecta nuestra fe en lo que Dios puede hacer con nuestras vidas.
    • El temor puede orillarnos a adoptar hábitos destructivos. Con tal de olvidar la pena y la angustia que los domina, algunas personas se abandonan a las drogas o al alcohol o en el aislamiento, la depresión y la soledad.
    • El temor roba la paz y el contentamiento. Cuando dejamos que el miedo entre a nuestra mente, nuestra vida se llenará de pesimismo y tristeza.
    • El temor crea duda. Dios nos promete vida abundante, pero si en lugar de seguirlo nos encadenamos al temor, nuestras oraciones no servirán de mucho.

    Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del SeñorEl hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.”   (Santiago 1:6-8)

    ¿A qué es a lo que más le teme? ¿A la pérdida de un ser querido, a ser rechazado, a la pobreza o a la muerte? Todos podemos enfrentar alguna o todas esas situaciones en nuestra vida. Como creyentes, lo único que necesitamos saber es que Dios nunca nos abandonará en ninguna circunstancia.

    Dios promete que suplirá todas nuestras necesidades. (Mateo 6:25-34) Entonces, nuestra única preocupación debe ser la de obedecer a nuestro Padre Celestial, vivir buscando hacer Su voluntad y dejar que Él se manifieste en nuestras vidas.

    CONQUISTANDO EL TEMOR

    1 Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”   (Salmo 23)

    Todos experimentamos momentos de aprensión. Negarlo o tratar de esconderse de ello no nos hace ningún bien. Cuando el temor se presenta, hágase a sí mismo las siguientes preguntas: ¿De dónde viene el temor? (Sabemos que no viene de Dios)  ¿Alguna vez me ha fallado Dios en el pasado? ¿Ha prometido Dios suplir todas mis necesidades? ¿Cumple Él siempre todas Sus promesas?

    En la Biblia encontraremos incontables relatos de la fidelidad de Dios. Por ejemplo, Pablo sufrió rechazos, persecución, naufragios, enfermedades, cárcel, y toda clase de terribles circunstancias. Y, a pesar de todo ello, Pablo escribió: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien …”   (Romanos 8:28)

    Si Pablo sufrió todas esas experiencias y aún pudo escribir estas líneas con total convicción de fe, el suyo es un poderoso testimonio del cumplimiento de la promesa del Señor de que para aquellos que confían en Él, Dios convertirá toda dificultad, pérdida y dolor en algo realmente bueno.

     

    CONCLUSIÓN

    Desde Abraham a Isaac a Jacob a David a Job a Daniel a Jonás a Pablo a Juan, vemos el constante amor de Dios y Su cuidado providencial para Sus hijos.

    Su Palabra es la lámpara que nos guía con toda claridad aún en los días en que todo parece estar en tinieblas. Nos muestra el mejor camino por el que podemos andar. Cuando meditamos en las Sagradas Escrituras Su Luz echa fuera las tinieblas. Los Salmos, en particular, son de mucha ayuda cuando estamos lidiando con el temor.

    Reflexionemos en esto: Dios, el Soberano Rey del universo, está en control de nuestra vida. No nos equivoquemos pensando que no es así simplemente porque Él no actúa de acuerdo con nuestros deseos y en nuestro tiempo.

    ¿Ha habido alguna ocasión en la que ha desobedecido a Dios por causa del temor?

    18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”   (1ª de Juan 4:18)

    Como creyentes: Por cuál camino andaremos? Sólo hay dos opciones: El camino de la fe o el camino del temor.

    Precisamente el temor es lo que impide a la gente convertirse al cristianismo. Su temor al qué dirán. Su temor al rechazo de sus familiares porque crecieron en tal o cuál religión desde sus abuelos. El temor al rechazo o la burla de sus compañeros de escuela o de trabajo. Su temor a tener que dejar de vivir su vida como ellos quieran y tener que aceptar un cambio radical en sus percepciones del bien y del mal. Su temor a poner su fe en Alguien a Quien no conocen.

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