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¿Si le doy unos momentos para reflexionar, se acordaría del pecado más reciente que cometió? ¿Recordaría los pecados que cometió siendo más joven o cuando era niño? A veces pienso: por qué me siguen atormentando todos esos recuerdos y por qué Dios sí puede borrar y olvidar todos mis pecados para siempre, y yo no?

25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.”   (Isaías 43:25)

18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. 19 Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.”   (Miqueas 7:18-19)

La respuesta a mi pregunta está en la Palabra de Dios. Nosotros nunca podremos dejar de recordar nuestros pecados aunque ya nos hayamos arrepentido los hayamos confesado y aún pedido perdón por cada uno de ellos:

  • Porque nos recuerdan que somos débiles para que nunca pensemos que podemos vencer nuestras tentaciones sin la ayuda del Espíritu Santo:

Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”   (2ª a Corintios 12:7-10)

  • Para que entendamos que nos es imposible llegar al cielo tratando de obedecer los mandamientos:

20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.   (Romanos 3:20)

  • Para que reconozcamos que necesitamos que Alguien nos abra el Camino a la Presencia de Dios Padre:

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”   (Juan 14:6)

En otro sentido, debemos ser muy cuidadosos cuando recordamos nuestros pecados, porque satanás aprovecha esos recuerdos para hacernos sentir sucios, indignos de ser llamados cristianos y de participar en algún ministerio. Su intención es que nos alejemos de Dios y no respondamos a Su llamado a servirle y a seguirle.

Por otra parte, lo natural, es que los seres humanos cuando sabemos que vamos a hacer algo malo (porque ciertamente lo sabemos antes de hacerlo) tratemos de asegurarnos que nadie nos vea. Aunque, tristemente, existen millones de seres humanos a los que no les importa que todo el mundo vea el mal que están haciendo, por el contrario, sin ninguna dignidad, decencia o pudor incluso se esfuerzan para ser vistos por la mayor cantidad posible de gente. Esto no es algo nuevo:

28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”   (Romanos 1:28-32)

La diferencia es que mientras los no creyentes “se deleitan” en pecar y no les importa ser vistos por los demás sino que hasta presumen sus pecados, los cristianos, cuando pecamos debiéramos sentirnos avergonzados de ello aún y cuando nadie nos vea.

Ahora, quiero que imagine que usted ha decidido pecar. Planea el momento y el lugar para asegurarse de que quienes lo conocen no lo descubran. Pero de pronto, cuando está cometiendo el pecado, su papá o su mamá, o su esposa o esposo, o su hijo o su hija o alguien que lo conoce lo descubre. Cuál sería su reacción? Seguiría tratando de ocultar su pecado? Buscaría inventar alguna excusa? Culparía a alguien más?

Puedo asegurarle que si su pecado ha sido descubierto por alguien que lo conoce, usted recordará ese momento el resto de su vida porque aquella persona que le descubrió ahora sabe cuáles son su debilidad. Podría volver a verle sin avergonzarse?

El tema de este sermón está encaminado a recordarnos que aunque ningún ser humano me vea pecar, hay Alguien que todo lo ve sin importar en dónde me esconda:

“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz.”    (Salmos 139:1-12)

Entonces me pregunto: Sabiendo que mi Padre Celestial sabe lo que pienso, ve lo que veo, escucha lo que oigo y lo que digo, vigila mis pasos: ¿Cómo es que no me avergüenza que Él se dé cuenta de mis pecados y sí me da vergüenza que mi pecado sea descubierto por alguien de este mundo?

CONCLUSIÓN

¿Qué le avergonzaría más: Pecar o que alguien lo descubra cometiendo un pecado? Igual de vergonzoso debe ser lo uno y lo otro.   (Isaías 59:12)

Si sé con toda certeza que mi Padre Celestial me ha visto pecar: Podría volver a orar sin avergonzarme?

Quisiera compartirle un consejo bíblico que nos ayude a pecar cada vez menos. A partir de hoy imagine que en todo momento Jesús siempre está mirando por encima de su hombro. Él sabe lo que piensa y lo que va a decir, Él oye lo que usted escucha, Él ve aquello en lo que usted fija su mirada, Él conoce las intenciones de su corazón.   (1ª a Corintios 4:5)  Cometerá ese pecado sabiendo que Jesús está ahí a su lado? Pienso que no.

13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;”   (1ª de Pedro 1:13-17)

Es mi oración que todos podamos tomar las palabras de Job y hacerlas nuestras: 10 Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro. 11 Mis pies han seguido sus pisadas; Guardé su camino, y no me aparté. 12 Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida.”     (Job 23:10-12)

El solo pensar que Jesús me vea pecar debe avergonzarme muchísimo más, de lo que me avergonzaría que alguien que me conoce me vea pecar.

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