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Probablemente usted nunca ha visto la vida cristiana como una carrera. Incluso podría quejarse de que nadie le avisó que al aceptar a Cristo quedaba inscrito en esa carrera. Pero si ha estudiado la biblia, debe haberse dado cuenta de que la vida cristiana NO es estática sino intensamente activa. El llamado de Jesús así lo indica claramente: Id y haced discípulos, enseñar, son verbos que indican una acción.
Vale la pena aclarar que esta carrera es única al menos en dos sentidos:
- No recibiremos ningún premio en este mundo sino hasta que estemos en Su Presencia. (Apocalipsis capítulos. 2 y 3: “al que venciere” = al que llegue a la meta)
- No es una carrera para competir con otros creyentes, sino para alcanzar la meta que Dios nos fijó en el momento en que nos creó, cada cuál en su propio carril, es decir en el ministerio al que fue llamado. “14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:14)
Al entrar a esta carrera nos distinguiremos de la forma en que el resto del mundo “corre” durante su vida.
“15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” (Lucas 12:15-21)
Vemos que este hombre (al igual que la mayoría de la humanidad) erróneamente asumió que viviría por muchos años, y no solamente dejó a Dios fuera de sus planes sino que también se dejó llevar por el materialismo para tomar sus decisiones. Ha hecho usted algo así?
Comparémoslo con la forma en que el apóstol Pablo “corrió” la carrera cristiana:
Él no se detenía a pensar cuánto tiempo viviría. Eso nunca le importó. Se dedicó cada día a hacer lo más que podía, sin importar las circunstancias, para cumplir su llamado. Sus cartas escritas desde la prisión nos muestran que a pesar de saber que en cualquier momento podría ser sentenciado a muerte, dedicó su tiempo y su energía a predicar el evangelio, a instruir a sus discípulos y a orar con ellos. Invirtió cada minuto a cumplir su llamado para tratar de producir más y más fruto que permaneciera a su favor. No se concentró en su situación ni buscó cómo salir de ella. No se entristeció. No se quejó. No se enojó. No llamó a alguien para que viniera a consolarle o a salvarle. Nunca quiso que sintieran pena por él. Al contrario, siempre se regocijó de que Su Señor fuera glorificado.
“12 Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, 13 de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. … 18 ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún. 19 Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, 20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. 21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:12-13; 18-21)
El apóstol Pablo también reconoció el valor que tenía el tiempo que pudiera invertir en amonestar, exhortar y animar a los cristianos a “hacer todo como para el Señor” (Colosenses 3:23) aun cuando nuestras actividades no estén relacionadas con la obra de la iglesia. Nuestro Padre Celestial llama a todos Sus hijos a servirle en todo tiempo y en diferentes tareas y lugares.
Pablo también sabía que la carrera cristiana incluía problemas y peligros. Y él fue muy realista acerca de sus propias debilidades e imperfecciones. Al reconocer, con toda humildad, sus propias limitaciones, entendió que tenía que hacer el mejor uso posible de su tiempo, perseverando sin desmayar, confiando en las promesas de Dios y en Su Divino Poder para ayudarle a salir victorioso. Por todo ello, al final de su vida, Pablo pudo decir con justa razón: “7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (2ª a Timoteo 4:7)
CONCLUSIÓN
Es natural que hagamos planes a futuro y eso no está mal. Lo que está equivocado es no consultar a Dios para que guíe nuestras decisiones.
“13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.” (Santiago 4:13-15)
Así como el hombre rico de la parábola, somos muchos los que rara vez pensamos en vivir cada momento de nuestra vida como si fuera el último, y tratar de aprovecharlo al máximo a fin de producir fruto que permanezca.
“19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:19-21)
Aplicando estos dos últimos pasajes a nuestra vida, nos preguntamos: ¿Cuántos de nuestros planes o proyectos incluyen “hacer tesoros en el cielo”? Por ejemplo, visitar o al menos llamar a algún hermano o hermana en necesidad; discipular; evangelizar a algún pariente, compañero de trabajo/escuela, vecino; usar sus dones en algún ministerio en su congregación. Exhortar a algún hermano o hermana que se ha alejado de Dios o que está notoriamente viviendo en pecado. Una de las lecciones que debemos aprender de estos pasajes es que, antes que cumplir nuestros planes de vida, es prudente que nos aseguremos de estar cumpliendo los planes, el motivo y la razón por la que Dios nos creó y nos permite despertar cada día. Solo así, podremos acabar la carrera.
“20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” (Lucas 12:20-21)
Qué tan necios podemos ser para pensar, como el hombre rico de la parábola, que aún tenemos muchos años por vivir y que podemos “desperdiciarlos” sin producir ningún fruto? Si a usted le incomoda esta pregunta, le ruego que no lo tome como ofensa. Este siervo suyo solo está tratando de cumplir su propio ministerio.
” 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.” (Hebreos 3:13)
Recordemos que todo ser humano tiene un número limitado de días en este mundo, y que la vida es un regalo que Dios nos concede esperando que vivamos para Él.
Es usted uno más de los muchos cristianos que aún sigue parado en el mismo lugar en el que estaba cuando aceptó a Cristo? Cómo utilizará usted su tiempo a partir de hoy, a fin de que pueda decir al final de sus días, con plena convicción, que ha acabado la carrera?
“10 Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro. 11 Mis pies han seguido sus pisadas; Guardé su camino, y no me aparté. 12 Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida.” (Job 23:10-12)