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Con este sermón iniciamos una serie de mensajes en los que estudiaremos detalladamente lo que Jesús espera de cada uno de sus discípulos. Prácticamente cada escritor sagrado en las epístolas del Nuevo Pacto, guiado por el Espíritu Santo, nos ha dejado alguna instrucción específica para la iglesia de Cristo.
La intención principal de esta serie de sermones es que cada creyente, al entender estas verdades, las haga parte activa de su vida como siervo y seguidor de Jesús.
Primero aclaremos el término “iglesia”:
“5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.” (Romanos 12:5)
“27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1ª a Corintios 12:27)
“23 … Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.” (Efesios 5:23)
Con estos versículos Jesús nos está diciendo que cada verdadero creyente que ha puesto su fe en Cristo se convierte en miembro de Su Cuerpo, que es la iglesia que Él fundó. Debo aclarar que NO todas las personas que asisten a un templo forman parte del Cuerpo de Cristo puesto que el requisito para ello es que sean cristianos.
“19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. 20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.” (1ª de Juan 2:19-20)
Una vez aclarado el significado del término “iglesia”, y si usted sabe conscientemente que en verdad es cristiano, siervo y seguidor de Cristo, entonces deberá tomar nota de lo que Dios espera de cada uno de Sus hijos.
En su despedida, antes de ascender a los Cielos para sentarse a la Diestra de Dios Padre, fue Jesús Quien nos dejó las más importantes instrucciones para Su iglesia:
“18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:18-20)
Nos centraremos en las primeras dos y la cuarta instrucción de Jesús a Su iglesia: “id, y haced discípulos… enseñándoles…” porque no todos los creyentes estamos capacitados para bautizar y esto último debe ser tratado con mucho cuidado para comprenderlo correctamente y por ello no será parte de este sermón.
Los cuatro verbos que utilizó nuestro Señor Jesús en estas instrucciones están en forma imperativa, lo que implica obedecer inmediata y constantemente estas órdenes diariamente. Es como si al despertar y pensar en nuestras actividades de cada día, la primera misión que tratemos de completar es: “id, y haced discípulos a todas las naciones, … 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…”
1. El primer mandato es id: “15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15) Como lo hemos dicho en otros sermones la vida cristiana no es estática sino activa. Es decir, ya que Dios nos ha equipado con todo lo necesario para poder cumplir nuestro ministerio, debemos ir, usando nuestros dones controlados por el Poder del Espíritu Santo y llevar Su Palabra a cada persona que Dios ponga en nuestro camino:
De modo que el mandato de ir se refiere a evangelizar. Ante esta instrucción la pregunta obvia es: ¿Tenemos una vida cristiana activa o estamos esperando que alguien más vaya a predicar el evangelio?
2. El segundo mandato es haced discípulos: Una vez que la persona ha aceptado y confesado a Jesús como su Dios, Rey, Señor y Salvador, el siguiente paso que Jesús nos manda es invertir tiempo en el crecimiento espiritual de cada nuevo creyente. Tal vez usted se está preguntando, cómo puedo discipular a alguien si yo mismo no he sido discipulado? Y por supuesto es una pregunta válida pero si somos sinceros lo que realmente deberíamos estarnos cuestionando es: Qué estoy haciendo yo para crecer espiritualmente? Qué tan dispuesto estoy a ser discipulado para poder discipular a otros?
“11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. 13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:11-14)
3. El cuarto mandato es enseñándoles que guarden (obedezcan) todas las cosas que os he mandado:
Lo que necesitamos entender de este mandato es que cada vez que el Espíritu Santo nos revela una verdad en la biblia debemos, lo antes posible, transmitirla a los demás miembros del Cuerpo de Cristo. NO para “presumir” que sabemos algo que probablemente los demás desconocen, sino porque, como veremos en otro sermón, siendo un solo cuerpo, es necesario que todos y cada uno de los miembros de la iglesia crezcan por igual sabiendo y entendiendo las mismas verdades.
La peor actitud que puede tener un cristiano es creer que ya lo sabe todo y que nadie puede enseñarle nada más. A este tipo de personas yo les preguntaría: Si ya lo sabes todo, ¿Porqué no estás enseñando a otros? Ese es el cuarto y último mandato que nos dejó Jesús. Cómo no obedecerlo?
CONCLUSIÓN
Ir a evangelizar, hacer discípulos y enseñar todas las cosas que Jesús nos dejó en Su Palabra son las instrucciones de Dios para Su iglesia y no son opcionales.
Le comparto las excusas que más he escuchado para no obedecer estos mandatos: “no estoy preparado” “no sé qué versículos o pasajes usar” (Hebreos 5:14), “no es mi don”, “me siento inseguro”. Para estas o para cualquier otra excusa, la respuesta de Dios a estos amados hermanos y hermanas es la misma:
“10 Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. 11 Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.” (Marcos 13:10-11)
“11 Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; 12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.” (Lucas 12:11-12)
Así ha sido siempre:
“10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 12 A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.” (1ª de Pedro 1:10-12)
Si en verdad somos cristianos, servidores y seguidores de Cristo, entonces somos miembros de Su Cuerpo que es la iglesia y, por lo tanto, cada uno de nosotros estamos llamados a obedecer todas estas instrucciones permitiendo que el Poder de Su Santo Espíritu se manifieste a través de nosotros.
¿Tomó nota de estas instrucciones? ¿Está dispuesto y determinado a obedecerlas? ¿Cuándo empezará a cumplir estas instrucciones?