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Un hombre (i.e. Dios Padre) tenía dos (clases) de hijos (creyentes)… “11 También dijo (Jesús): Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.” (Lucas 15:11-16)
Dios Padre YA nos ha repartido de Sus riquezas todo lo que “nos corresponde”. Lo que Él sabe que necesitamos cada día. Hay cristianos que desde el momento de su salvación, atesoran todo lo que Dios hace en sus vidas y dedican el tiempo que pueden a ejercer su ministerio y trabajar en la obra de Dios para expandir Su Reino. Tal fue el caso del hijo mayor, se quedó al lado de su Padre trabajando. “25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.” (Lucas 15:25-30)
El hijo mayor pensaba o creía que “merecía” un mejor trato que el que su Padre le daba a su hermano puesto que él se había quedado a su lado sirviéndole. Como vimos el sermón anterior, si nos comparamos con alguien más, perderemos de vista las bendiciones de Dios y estaremos “juzgando” la forma en que Él juzga a los demás.
Por otra parte, también hay cristianos que una vez teniendo la seguridad de la salvación y de la provisión de Dios, no buscan ni se interesan en hacer la voluntad de Dios, sino la suya propia. Eso fue lo que sucedió con el hijo menor.
Podemos distinguir que nuestro Señor Jesús hace esta diferenciación entre el hijo mayor y el menor para hacernos apreciar que mientras nos mantengamos en Su Casa, sirviéndole en Su obra como Él lo espera, seremos cristianos maduros (mayor) porque practicamos nuestra fe en obediencia a Sus mandatos, mientras que, aquellos cristianos que no trabajan en la obra del Señor y se alejan de Su Casa, serán considerados como cristianos inmaduros. (menor)
Todo lo anterior es parte de lo que podemos discernir de esta parte de la parábola, pero: ¿Qué podemos aplicar de ello a nuestra vida?
Puede haber momentos en la vida del creyente en los que estemos inconformes con nuestra situación, ya sea emocional, financiera, laboral, familiar, y esa insatisfacción borra de nuestra mente las bendiciones que ya tenemos y no nos permite valorar todo lo que Dios nos ha regalado.
“16 Amados hermanos míos, no erréis. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”
(Santiago 1:16-17)
El creyente de la parábola tenía todo lo que necesitaba estando en la Presencia de su Padre, en Su hogar, pero aun así no estaba contento, ni satisfecho. El descontento es el primer paso para alejarnos de Dios y tomar decisiones erróneas.
Lo que quiero compartir con ustedes es el proceso que sigue al descontento y las consecuencias de dejarnos llevar por ese sentimiento.
- Deseo: El descontento nos hace “soñar” en lo que desearíamos tener. Nos quita el gozo de lo que disfrutamos cada día, tal vez por muchos años, (Lucas 15:17) y caemos en la tentación de querer algo más o algo mejor creyendo que eso nos dará felicidad.
- Engaño: Es en esa circunstancia en la que satanás aprovecha para engañarnos y hacernos creer que podemos lograr obtener por nuestros propios medios lo que deseamos, lo que “merecemos”, lo que “nos hace falta” para ser felices.
- Decisión: Algunas veces en nuestro hogar, o en nuestras relaciones nos sentimos “atados”, “limitados”, “marginados” o “controlados”. Entonces decidimos seguir nuestros instintos sin saber con certeza a dónde nos lleva ese camino que vamos a emprender. A veces ni siquiera nos detenemos a reflexionar el daño, el dolor o la tristeza que pudiéramos ocasionar a quienes nos aman y desean nuestro bien.
- Desengaño: Pudiera suceder que al principio, cuando nos alejamos de Dios, las cosas pareciera que van bien, pero cualquier decisión que tomemos, sin consultar la voluntad de Dios, ciertamente terminará mal para nosotros. “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.” (Proverbios 14:12)
- Desilusión: Un estilo de vida alejado de Dios, tarde o temprano destruye la felicidad, la paz y la falsa seguridad que provoca el creer que podemos lograrlo todo por nuestros propios esfuerzos. (Lucas 15:14-16)
- Desesperanza: Cuando volvamos a nuestra realidad, tendremos que aceptar, con humildad, que “tenemos lo que merecemos” por permitirnos sentir un momento de descontento en alguna área de nuestra vida.
Si no estamos verdaderamente gozosos, satisfechos y agradecidos con lo que Dios nos ha dado, tarde o temprano, el descontento se apoderará de nosotros, empezaremos a fijarnos en lo que tienen los demás y a “soñar” o a codiciar lo que creemos merecer o deseamos tener, y tomaremos decisiones equivocadas que nos llevarán a la desilusión y a la desesperanza.
CONCLUSIÓN
Sentir descontento no es otra cosa más que falta de gratitud a Dios por lo que Él ha permitido en nuestra vida. Es creer que no “merecemos” esa clase de vida. Sino que “nos merecemos” algo más, algo mejor; después de todo, somos hijos del Dios Todopoderoso Quien puede darnos TODO.
“1 No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. 2 Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. 3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía. 7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.” (Salmos 37:1-7)
“6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1ª a Timoteo 6:6-8)
“5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;” (Hebreos 13:5)