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Laodicea era el nombre de la esposa del rey Sirio Antíoco II quien fundó esa ciudad alrededor del año 250 a.C. y tenía mucho comercio con las ciudades de Éfeso y Pérgamo, razón por la cuál estaba contaminada con falsas doctrinas e idolatría al igual que las demás iglesias de Asia. Tenían una escuela de medicina en la que elaboraron lo que hoy conocemos como el colirio para las enfermedades de la vista. También se sabe que tuvieron que construir un acueducto subterráneo de 10 kilómetros de largo para proveer de agua a la ciudad y por ello, toda el agua llegaba tibia. Esto lo usó de ejemplo Jesús en su carta porque la gente estaba familiarizada con ello.

14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: 15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”   (Apocalipsis 3:14-22)

Jesús se Presenta con tres características: “El Amén” que significa “El Dios de Verdad” (Cf. Isaías 65:16), “El testigo fiel y verdadero” y “el principio de la creación de Dios”. Esta última frase se ha malinterpretado por las sectas que tratan de negar la Deidad de Jesús. La palabra “principio” no significa que Jesús fue el primer ser creado, sino Quien comenzó, inició, ordenó, dirigió y controló toda la creación.   (Juan 1:1-3)

  • La acusación: 15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”

Jesús menciona tres temperaturas del agua para catalogar a todos los seres humanos: Frío = un no creyente o un cristiano a quien no lo conmueve la Palabra de Dios. Caliente = Un cristiano que responde de inmediato al llamado para servir a su Señor. Tibio = Una persona que es indecisa, voluble, de doble ánimo, indolente, inservible, indiferente, que incluso a veces parece reaccionar al mensaje del evangelio pero que al final se cree autosuficiente. Incluso puede llegar a fingir o llamarse cristiano.

En la segunda parte de esta porción Jesús acusa a la congregación porque, al igual que la iglesia de Sardis, tenían mucha riqueza material, pero estaban espiritualmente muertos. La frase y de ninguna cosa tengo necesidad da a entender que la iglesia ni siquiera sentía la necesidad de que Jesús estuviera con ellos y de ahí que Jesús tuviera que llamar a la puerta para que le permitieran ser parte de su congregación.

Y, por último, la expresión no sabes que tú refleja que no tenían el discernimiento espiritual para darse cuenta de su verdadera situación.

NOTA: Es muy importante notar que es la única iglesia a la que Jesús NO le reconoce estar haciendo algo bueno, ni siquiera tener entre ellos algún remanente fiel.

  • La exhortación: 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.

No hay ninguna advertencia para la iglesia en Laodicea. Solo exhortaciones. En esta parte de la carta Jesús deja en claro que solamente a Él podían “comprarle” lo necesario para salir de su pobreza, desnudez y ceguera espiritual y “ser ricos” espiritualmente hablando. Obviamente, Jesús no estaba hablando de usar bienes materiales para adquirir lo que les hacía falta.                        {Cf. Isaías 55:1-3}  

La referencia a las vestiduras blancas para vestirte es en contraste con la propia “desnudez” espiritual de la congregación y se debe interpretar en el contexto de todas las cartas a las siete iglesias, por tanto, se refiere a la necesidad de “vestirse” de santidad y pureza para poder estar en la Presencia de Dios Padre.

Finalmente, Jesús, en concordancia con la acusación de su ceguera espiritual, les aconseja “ungir sus ojos con colirio” que era el producto medicinal que ellos usaban cotidianamente para mejorar su visión, a fin de que ”puedan ver.”

La última parte de la exhortación se podría expresar así: “Comienza a arrepentirte de inmediato y de ahí en adelante sé continuamente celoso.” Es decir, “arrepiéntete” de no ser “caliente” y sé celoso de observar y obedecer la doctrina y el evangelio sobre los cuáles fue fundada la iglesia. ¿Qué tan rápido respondemos cada uno de nosotros para obedecer al llamado a servir a Aquel a Quien le llamamos “Señor”?  (Lucas 6:46)

  • La promesa: 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Hay mucho que elaborar sobre la invitación de Jesús cuando dice: 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”

Primero: Por medio de esta carta, Jesús estaba “tocando a la puerta”, tratando de “entrar” a una iglesia que pensaba que era rica y que no tenía necesidad de nadie y que por lo tanto no hacía nada por buscar a Jesús Quien estaba haciendo un llamado a cada miembro de la congregación a través de su pastor.

Así que, aunque la invitación es personal, en el contexto y la exégesis correcta, debemos entender que “si alguno” de todos los que se congregaban tomaba la decisión personal de escuchar la voz de Jesús y abrirle la puerta de su corazón, en ese instante esa persona, NO la congregación, tendría una comunión individual con Jesús.

Segundo: Jesús menciona dos condiciones: “oír y abrir la puerta.” Esto está en prefecta armonía con la enseñanza de los requisitos para ser salvo. Escuchar el evangelio y abrir la puerta del corazón para recibir a Jesucristo como su Salvador. Cumpliendo estas dos condiciones, tendremos una comunión íntima con el Señor, para ser dignos de sentarnos a Su mesa y cenar con Él.      (Cf. Lucas 22:30; Apocalipsis 19:9)

No es correcto interpretar de forma literal que “nos sentaremos con Jesús en SU trono”  como tampoco es correcto pensar que Jesús está sentado en el mismo trono de Dios Padre. Cada UNO tiene Su propio trono. La promesa de Jesús es simbólica en el sentido de que reinaremos junto con Él al igual que Él reina a la Diestra de Su Padre.

La expresión: ”así como yo he vencido” enfoca la victoria de Cristo tanto en la cruz como en Su resurrección porque ahí venció al pecado, a la muerte y a satanás.

Por último, recalcamos que el llamado de Jesús sigue siendo individual: 17 El que tiene oído Al que venciere.

CONCLUSIÓN

Cuando un creyente, o peor aún, una congregación se considera autosuficiente, conocedora de las Sagradas Escrituras, que tienen al mejor pastor, la mejor doctrina, sabios, ejemplos a seguir, no son otra cosa más que espiritualmente “desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos.” Ninguna congregación es perfecta.

Jesús nos pide que seamos sinceramente humildes reconociendo cada día nuestra necesidad de Su Presencia y Su Señorío en nuestra vida, sin pensar que ya lo sabemos todo, manteniendo nuestros ojos limpios de toda impureza de falsas enseñanzas, que nos vistamos de santidad y que hagamos tesoros en el Cielo.

19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”   (Mateo 6:19-21)

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