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Perseverancia y Permanencia son sinónimos de una misma actitud que se describe como la determinación a no dudar, no flaquear, no rendirse, sino mantenerse firmes en aquello que hemos aceptado como la verdad absoluta, lo que forma nuestro carácter, nuestras convicciones, nuestra forma de vida y la base sobre la cuál tomamos todas nuestras decisiones.
Desde hace tiempo he querido preparar siete sermones basados en las siete cartas que Jesús le dictó al apóstol Juan para siete iglesias, pero eso implica que tendría que predicar durante siete domingos seguidos y, hasta ahora, no he percibido de parte de Dios que sea el momento adecuado, según Su voluntad, para predicar sobre ello. Pero para este sermón es importante incluir una porción que se repite en todas las cartas. Leamos los siguientes versículos: Apocalipsis 2:7; 2:11; 2:17; 2:26-29; 3:5-6; 3:12-13; 3:21-22
En todos estos pasajes de Apocalipsis Jesús incluye una condición: “al que venciere” (1ª de Juan 5:4-5) {Cf. Juan 16:33} Luego hay una promesa que recibirán todos los vencedores, y finaliza con un requisito para poder vencer: “oír lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Con estas instrucciones es suficiente para preparar varios sermones, pero hemos de resaltar, por esta ocasión, que Dios espera que todo creyente oiga atentamente lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia, en la iglesia, y que lo ponga por obra para que pueda vencer al mundo a través de obedecer, perseverar y permanecer en Su Palabra.
Nuestro Señor Jesús hizo mucho énfasis en que debemos “oír, entender y perseverar.”
“15 Mas la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” (Lucas 8:15)
Así que, si no se “oye” y se “retiene” la Palabra de Dios, NO es posible “dar fruto con perseverancia.” Y eso solo se logra poniendo en práctica la Verdad que nos ha sido enseñada.
“25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.” (Santiago 1:25)
“31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32)
El primer requisito es haber creído EN ÉL, luego, permanecer, perseverar en Su Palabra para poder ser Sus discípulos, es decir, dedicarnos a aprender y a entender PARA ENSEÑAR las Sagradas Escrituras (hacer discípulos). Solo así llegaremos a conocer la Verdad y, cada Verdad divina que conozcamos, nos hará cada vez más libres.
De estos versículos derivamos las siguientes enseñanzas:
- La condición para ser Sus discípulos es Permanecer (perseverar) en Su Palabra.
- La condición para conocer la verdad es estudiar Su Palabra. Implica comprenderla de tal forma que podamos vivir en y por ella.
- La condición para ser libres es entender Su Palabra. Nacemos en la ignorancia de Su Verdad y, por lo tanto, somos esclavos porque vivimos conforme a las mentiras que el mundo y satanás siembran en nuestra mente.
CONCLUSIÓN
Si usted o yo, tenemos una duda respecto al significado de un pasaje, verso o palabra de la biblia, y NO hacemos nada por entenderla, NUNCA nos será revelada esa Verdad y no podremos ser verdaderamente Sus discípulos ni discipular a otros.
En toda la historia de la humanidad siempre han existido y existirán personas que creen ser cristianos pero que no tienen la más mínima idea de lo que eso significa y por ende no pueden, porque no saben ni entienden, lo que Dios demanda de Sus hijos.
“12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1ª a Corintios 2:12-14)
Así que, ¿Qué es lo que Dios demanda de quienes nos consideramos cristianos?
Que sin importar las circunstancias que enfrentemos, podamos Perseverar, sin dudar, sin fluctuar nuestra fe, sin ceder ni una tilde ni una coma de la Verdad de las Escrituras, obedecer, poner por obra Sus enseñanzas y, dar fruto constantemente.
Solo haciendo todo esto podremos estar seguros de que tenemos a Dios, a través de Su Santo Espíritu, morando en nuestro interior.
“9 Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo.” (2ª de Juan 1:9)