Back to series

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”   (Romanos 12:3-4)

Si alguien le pidiera que diera una descripción de su persona, ¿Qué virtudes o qué defectos podría decir de usted? ¿Por dónde empezaría? ¿Sus virtudes o sus defectos? ¿Haría más notorias sus virtudes y buscaría una excusa para justificar sus defectos?

Por cierto, lo que pensamos de nosotros mismos y quienes somos en realidad, pueden ser conceptos muy diferentes. Por eso, de vez en cuando no hace daño preguntar a quienes nos aman ¿Qué piensan de nosotros? Muy probablemente nos llevaremos una gran sorpresa de sus opiniones.

Permítame compartir con usted esta reflexión: El concepto que tiene de sí mismo se relaciona directamente con su fe o su falta de fe en Dios.

Desde el principio de la humanidad siempre han existido únicamente dos tipos de personas. Los que creemos en Dios y los que no creen en Su Existencia, Omnisciencia, Poder y Soberanía.     (Juan 1:12 Cf. Juan 8:44)

Por ejemplo, si usted no es cristiano, si no cree en lo que dice la biblia, su concepto de sí mismo se basará en sus logros y fracasos, en la cantidad de sus bienes, en qué tan aceptado es en la sociedad, en cómo se compara con los demás. Dicho de forma, su “lugar” en el mundo determina quién es usted en realidad.

En otro sentido, vemos que cada persona se esfuerza por ser “diferente a los demás” pero no se da cuenta de que, para ello, tendrá que compararse con todos y moldear su forma de ser y de vivir a fin de “distinguirse del montón”. En conclusión, a los no creyentes el mundo, la sociedad, las modas, todo lo que les rodea define su identidad.

Así que quienes no creen en Dios, nunca estarán totalmente contentos ni satisfechos con lo que son, con lo que han logrado, o con lo que tienen, no se sentirán completos y seguros y siempre desearán ser o tener algo más:

20 El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.   (Proverbios 27:20)

10 El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. 11 Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? 12 Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia. 13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano16 Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?”   (Eclesiastés 5:10-16)

Pero, si usted es cristiano, a diferencia de lo que piensa y busca el mundo, cuando se trata de entender quiénes somos, debiéramos más bien hacer una comparación de qué defectos teníamos antes de venir a los Pies de Cristo y, cuántos de esos defectos Dios, por el Poder de Su Santo Espíritu, los ha convertido en virtudes:

17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”   (2ª a Corintios 5:17)

Dicho de otra forma, en un verdadero cristiano no puede haber un concepto diferente como ser humano y como creyente. A eso la biblia le llama: Integridad. Somos los mismos para con Cristo y para con el mundo.

20 Si yo me justificare, me condenaría mi boca; Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo. 21 Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo; Despreciaría mi vida.”    (Job 9:20-21) 

Y para tener un claro concepto de quienes somos, primero hay que desechar TODO lo que creemos ser o haber logrado:

Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. (i.e. como ser humano) Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de CristoY ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, (i.e. mi propio concepto) que es por la ley, sino la (justicia) que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; …”   (Filipenses 3:4-9)

Piense: Cuántas congregaciones fundó Pablo? A cuántas personas llevó a los Pies de Cristo, a cuántos bautizó, a cuántos discipuló, qué tantos pasajes de la biblia se sabía de memoria?  Si estudiamos las epístolas escritas por Dios a través del apóstol Pablo, no encontraremos UNA sola mención de presunción o de vana gloria por todo lo que había logrado.   (2ª a Corintios 11:28)

Entendámoslo de esta manera: Si usted ha fundado congregaciones, si se sabe la mitad de la biblia de memoria, si muchas personas se han convertido en cristianos por su testimonio, si ha hecho incontables discípulos, NADA que usted crea haber logrado, merece algún reconocimiento porque TODO ello no lo ha logrado usted, sino el Espíritu Santo a través de usted. De modo que todo el reconocimiento, toda la gloria, toda la alabanza y toda la gratitud le corresponden únicamente a Dios!!!

10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.”   (Lucas 17:10)

Pensar de forma diferente a esto, es simple vanagloria…

CONCLUSIÓN

Si usted aún no ha aceptado, reconocido y confesado a Jesús como su Dios, Rey, Señor y Salvador, no tiene nada de lo que los cristianos tenemos:

Amor, Gozo, Paz, somos hijos de Dios y hermanos de Cristo, herederos de todas las promesas de Dios, ciudadanos del Reino de Dios en la Nueva Jerusalén, viviremos en una mansión celestial que ningún hombre podría comprar, tenemos salvación en vez de condenación, justificación en vez de juicio y castigo, vida eterna en vez de tormento sin fin. Su concepto de sí mismo es igual a algo que no tiene valor alguno, y siempre sentirá un gran vacío en su interior.

Y si usted dice ser cristiano:

¿Cómo se describiría a sí mismo?

¿Y qué tan íntegro es su testimonio como hijo de Dios, comparado con el concepto que tienen de usted los que le conocen?

Print your tickets