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Cuando vemos a una persona que asiste al templo por un tiempo y luego sus visitas empiezan a ser intermitentes hasta que de pronto un día ya no viene más, tendemos a pensar que tal vez, algo no le agradó. El pastor, las predicaciones, las enseñanzas, la doctrina, alguno de los hermanos o hermanas, la música, los cantos, los mensajes, la convivencia, el lugar de reunión, la incomodidad de las sillas, el calor o el frío, etcétera. Hay muchas causas por las que alguna persona deja de frecuentar lo que Dios llama “Su casa de oración”.
Pero rara vez pensamos en las posibles causas externas, lo que la biblia llama: “el mundo”. En estas dos palabras caben muchas causas que podrían hacer que una persona ya no asista al templo. Jesús las menciona cada una por su nombre. Podríamos compararnos con los apóstoles, los verdaderos discípulos de Jesús, y analizar si de todo lo que ofrece el mundo hay algo que aún no hemos dejado por seguirle a Él fielmente, constantemente, sin vacilar, sin volver atrás.
“27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? 28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mateo 19:27-29)
En efecto, como dijo el apóstol Pedro, ellos dejaron absolutamente TODO por seguir a Jesús. Desde el primer instante en que los llamó, no volvieron atrás.
Entonces, la pregunta para nosotros, como cristianos es: Desde que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, hemos vuelto atrás? Es decir: Hay algo que aún nos ata a este mundo? Alguien o algo que no hemos dejado por seguir a Jesús?
En la Palabra de Dios vemos a personas que “querían seguir a Jesús”, pero que al mismo tiempo, no estaban dispuestos a liberarse de las ataduras del mundo:
“57 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59 Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” (Lucas 9:57-62)
En el pasaje paralelo de Mateo al primer hombre se le describe como “un escriba” y al segundo como “otro de sus discípulos”. Pero, por lo que dice el pasaje de Lucas, vemos que ninguno de ellos se convirtió en seguidor de Jesús:
- El escriba se arrepintió cuando escuchó que al seguir a Jesús no tendría ninguna comodidad, casa, cama, etcétera.
- El discípulo dijo: “déjame que primero vaya y entierre a mi padre…” de acuerdo a las costumbres de esa época, lo que realmente dijo fue: “déjame esperar a que reciba la herencia cuando muera mi padre…” La respuesta de Jesús la debemos interpretar de la siguiente manera: “Deja que los que están espiritualmente muertos, entierren a los que mueren físicamente”.
- El tercer hombre, al decir que quería despedirse de “los que están en mi casa.” indica que era un padre de familia y por ellos decidió no seguir a Cristo.
La conclusión de Jesús es tajante y se aplica tanto a los tres personajes como a cada persona que dice ser cristiano, “seguidor de Cristo”. Un verdadero cristiano, no vuelve la vista atrás, porque entonces su camino será errante e infructuoso. Debemos analizar nuestra vida y ver qué tan fructíferos hemos sido:
“Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”
“16 Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan.18 Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, 19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” (Marcos 4:16-19)
CONCLUSIÓN
La pregunta que nos hace Jesús es: ¿QUÉ HAS DEJADO TÚ POR MÍ?
O tal vez la pregunta debe ser: ¿Qué NO has dejado por seguir a Jesús? ¿Quién o qué te detiene para que no seas un verdadero seguidor de Cristo?
- De las veces que has faltado al templo: ¿Quién o qué te lo ha impedido?
- Cuando faltas a la escuela dominical: ¿Quién o qué te lo ha impedido?
- Cuando no ejerces tu don y tu ministerio: ¿Quién o qué te lo ha impedido?
- Cuando no asistes a los estudios de la Palabra de Dios entre semana: ¿Quién o qué te lo ha impedido?
- Cuando no haces tu devocional diario o no estudias la biblia cada día: ¿Quién o qué te lo ha impedido?
Es tu papá o tu mamá, tu esposo o tu esposa, tu hijo o tu hija, tu familia en general, tu trabajo, tus placeres? Respuesta: ERES TÚ MISMO!
Cualquiera a quien tú le hagas caso, o le tengas miedo para no obedecer el llamado de Jesús a seguirle, es alguien a quien tú amas más que a Jesús:
“37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 10:37-39)
“34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” (Lucas 21:34-36)
Jesús te pregunta hoy: ¿QUÉ HAS DEJADO TÚ POR MÍ?