SU CONSUELO Y SU PRESENCIA

Las malas noticias, el peligro y el dolor nos hacen buscar ayuda. Como creyentes, sabemos que el Dios Todopoderoso está con nosotros y en nosotros, y que es capaz de ayudarnos y salvarnos de cualquier situación. En esos momentos en que estamos marginados por las circunstancias de la vida, debemos clamar a Dios.

En la Biblia, clamar se refiere a hablar audiblemente con gran emoción concerniente a una necesidad urgente. Dios nos invita a utilizar esta forma de oración para comunicar que necesitamos desesperadamente Su misericordia.

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”   (Jeremías 33:3)

Se necesita fe y humildad para compartir la preocupación de nuestro corazón en voz alta. Clamar, entonces, es una manera para que los hijos de Dios expresen confianza en el Poder y el deseo, la voluntad del Señor de ayudar a Sus hijos. Al invocarlo con tanta urgencia, también renunciamos a nuestro orgullo y a cualquier actitud de autosuficiencia.

La Palabra de Dios nos asegura que nuestro Padre escucha y responde a nuestro clamor. David escribió:

Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Selah.  Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba.”   (Salmos 3:4-5)

Cuando pedimos ayuda en voz alta en el nombre de Jesús, le invitamos a mostrarnos Su Poder.

Por otra parte, es importante entender que cuando clamamos a Dios, aunque Él puede eliminar el problema inmediatamente, a veces tendremos que esperar el tiempo perfecto en el que Dios logrará Sus buenos propósitos en nuestra vida, aunque esto implique que las duras circunstancias permanezcan por más tiempo del que nosotros quisiéramos.

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. …” (Romanos 8:28)

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”   (2ª a Corintios 4:17-18)

Pero recordemos esta verdad: Siempre podemos contar con Su Consuelo y con Su Presencia, que nos darán la fortaleza necesaria para vivir con alegría y esperanza, a pesar de las pruebas que enfrentemos.

 

 

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